El gran dinero, feliz con ZP

¿QUÉ TAL le ha sentado el gobierno socialista al capitalismo español? En su primer ejercicio, bien. Incluso muy bien. Incluso mejor que nunca. Estos días se están publicando los resultados del año 2.004 de las grandes empresas, y los consejos de administración parecen una fiesta. Fíjense ustedes en la terminología usada: el Banco de Santander Central Hispano dijo a sus accionistas que había obtenido los beneficios más altos de su historia. Después se reunió la Junta del BBVA con el mismo balance: el mejor de la historia. Y ayer le tocó el turno de Telefónica: también obtuvo el mejor resultado de la historia. No es que hayan ganado mucho. No es que les haya ido muy bien. Es que han obtenido beneficios que baten todos los récords; unos beneficios históricos. Es una gran noticia, supongo. Cuando los grandes sonríen, las España de los intereses puede respirar tranquila. Hay problemas políticos acuciantes. Los nacionalistas que propugnan la república vasca, en términos de la señora Errazti, van a ganar por mayoría absoluta, y a ver quién para el referéndum. Los acontecimientos catalanes hacen que el único partido en ascenso sea Esquerra Republicana. Estados Unidos sigue sin dar señales de cariño. La gestión de Zapatero es criticada con dureza por la derecha política. Pero nada de eso ha tenido todavía repercusión en las grandes cuentas privadas. Al revés: para ellas, España sigue yendo bien; se comportan como si en este país hubiera un gobierno de derechas; de esos que dicen que animan a los inversores. Y «cuando la bolsa sona, la política es bona». Es que el socialismo ya no es lo que era. Cuando adopta medidas económicas como las aprobadas el último viernes, no las puede presentar como de izquierdas, ni socializantes, ni nada que se le parezca. Las presenta como medidas «liberalizadoras», y nadie protesta; ni siquiera los sindicatos. De esa forma, están conjuradas las conspiraciones del capital, y la función de protesta queda limitada al flanco político, que es el del Partido Popular. Los empresarios callados, que no hay razones para protestar ni conspirar. El señor Solbes ha tenido la buena idea de no hacer nada; quiero decir nada que contradijera la política de su antecesor Rodrigo Rato. Todavía no ha cambiado la política fiscal, que es la que influye en el dinero disponible y en el talante del inversor. Así las cosas, y con el antecedente de una gestión de éxito, se podría decir que «la mejor política económica es la que no existe». Aquí no se trata de inventar nada, sino de que siga la alegría. Por eso, cuando se pregunta cuál es la función del señor Solbes, sólo hay una respuesta: no tocar nada, o tocar lo menos posible, y que siga el entusiasmo.