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Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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DEBE ser verdad lo del cambio climático, a pesar del frío glacial que padecemos, porque en Cataluña se ha agostado el oasis político, y a los palmerales ahora mustios los azota un viento solano que enciende la bronca donde hasta el pasado jueves florecían las macetas de «seny». Ha bastado que el «president» Maragall lanzase ese día un porcentaje al rostro de Artur Mas, presidente de CiU, para que se hayan desencadenado hostilidades de variada índole en la vida política catalana. Mas exige a Maragall la rendición sin condiciones de ese 3% que ha herido hasta las profundidades contables del alma de CiU, mientras que el PP, con gran dolor, pide en labios de Piqué la dimisión de Maragall, y Carod Rovira, que no ha perdido ninguna pluma en esta crisis del Gobierno tripartito, recomienda a Maragall y a Mas que pidan disculpas al vecindario del Carmel y reconozcan ambos, como buenos alumnos, que se han equivocado. Esta es la crisis más grave de las que ha arrostrado hasta ahora el actual Gobierno de la Generalitat. CiU, principal partido de la oposición, le niega al «president» Maragall «autoridad política y autoridad moral» para liderar el actual proceso del nuevo estatuto de autonomía. No irá, pues, ningún representante convergente a la reunión de líderes políticos de Cataluña convocada para avanzar en la redacción y en el consenso estatutario. Trabajará, sin embargo, CiU en la sede parlamentaria, pero sin actuar al lado de Maragall, «como si no pasara nada». Y oyendo al primer secretario de los socialistas catalanes, José Montilla, tras la reunión de su partido a la que asistió Maragall, aplazando su viaje a Uruguay, da la sensación de que no pasaba nada: «Yo creo -dijo Montilla- que el presidente no formuló en ningún momento una acusación». Seguramente, añadió, todo se ha debido a la reacción de la propia CiU y al sistema político y mediático. Y apostilló: «Yo creo que (Maragall) no tiene nada que rectificar, más allá de lo que hizo en la propia sesión parlamentaria, precisamente a petición del señor Artur Mas». Según el PSC, no ha pasado nada, por lo que ahora hay que trabajar para que vuelva el consenso a la vida política catalana. Se cumplían ayer veinticinco años del referéndum que convirtió a Andalucía en territorio autonómico de primera división, y cuyo gobierno se mantiene a la espera de que el nuevo estatuto catalán, fijase sus techos competenciales como modelo de los del estatuto de Andalucía. Y ahora tal vez Andalucía vaya a ser la primera comunidad en sacar adelante su reforma, marcando una línea diáfanamente constitucional y una prohibición tácita de los privilegios diferenciales que sueñen otros territorios, con Historia a sus espaldas.

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