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Publicado por
P. ALBANO
León

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DON ANTONIO González de Lama nació y vivió algunos años en Valderas. Del nacimiento hace este año un siglo. Oí decir a alguien que don Antonio no sentía gran cariño por Valderas. Es verdad que don Antonio tenía muchos objetivos y direcciones hacia donde dirigir los afectos de su corazón pero tenía un corazón muy grande y por eso podía abarcar varios campos de amor y dedicación. Por mi parte, esta vez y en ese sentido del afecto, solamente me referiré al hecho bastante expresivo manifestado incluso por escrito, con ocasión de la publicación de mi libro de juventud, Historia de Valderas. Era a mediados de julio de 1958, pero lo recuerdo como si fuera un día de estos primeros meses de 2005. En aquel momento acababa de salir de su casa de enfrente del ábside de la catedral y subía con las manos atrás, pero sin cigarro, por la acera derecha de Puerta Obispo a la altura de los jardincillos de la catedral, por donde había aquella especie de almendro que florecía muy temprano. Vine expresamente desde Valderas a encontrarme con él y en plan de consulta sobre el original de Historia que le entregué, pidiéndole un parecer sobre aquel estreno de mi juventud, sabiendo la maestría de don Antonio en literatura y otros campos. No habrían pasado quince días cuando volvimos a vernos sobre el original de Historia de Valderas... Esta vez fue en la sala de la Biblioteca de Sierra Pambley que él dirigía... Aún me parece estar oyendo sus palabras dicha en voz baja y algo ronca: «Jovencito, tú vienes a consultarme sobre historia de Valderas, cuando sabes cien veces más que yo y que todos los de mi pueblo. Ya me gustaría poder leer lo que has escrito en letras de molde». Por fortuna pudo leerlo, aunque entonces era más costoso que ahora publicar un libro. Se pudo, gracias a nuestra Editorial de El Monte Carmelo de Burgos y a la ayuda económica del P. Aurelio de Paz, medio valderense, que me mandó desde Oklahoma dólares para poder pagar la edición por adelantado. También esta vez volvimos a vernos en Sierra Pambley, donde fui a llevarle la Historia de Valderas, ya en letras de molde, como él dijera. Era a fines de septiembre y aquí viene el testimonio del que he dicho testimonio escrito de don Antonio sobre Valderas, según digo a continuación. El 8 de octubre de ese año 1968. don Antonio escribió en Diario de León un articulito titulado simplemente Valderas . Fue en la Sección del Diario titulada con el epígrafe Cada Día. Lo dedicó a la Historia de Valderas. No era don Antonio espíritu propenso a elogios desmedidos, ni exultantes, sino más bien a juicios comedidos y sobrepensados. Al volver a leer aquel articulito suyo, quiero resaltar algunas expresiones como testimonio de su afecto sobre su pueblo, Valderas: «Se ha publicado un libro sobre Valderas. Sobre Valderas se sabía muy poco. El Padre Isla, en el s. XVIII, escribió un largo prólogo a la Historia de Teodosio sin ninguna crítica. Ya en este siglo, don Teodoro Domínguez de Baldeón ha publicado el librito Valderas, también sin crítica. El P. Albano ha querido hacer y ha hecho una historia crítica de Valderas, apoyándose en documentos, cuando los hay, y en restos arqueológicos cuando los encuentra. Los que hemos nacido y vivido allí, hemos visto cómo desaparecían restos venerables. La villa tiene mucha historia y mucho porvenir. Marcha hacia un futuro brillante que quizá pueda alcanzar una grandeza como la pasada de los ss. XV y XVIII. Bien está que los futuros valderenses puedan saber lo que su pueblo fue en épocas pasadas de lo que queda en monumentos y en escritos, que el autor ha sabido recoger en uno de los libros más bellos que se han escrito sobre un pueblo de la provincia». Prescindo de alguna expresión indicativa más. En cuanto al futuro esperanzador de Valderas, debo decir con mucho sentimiento, que don Antonio y el que esto y aquello escribió, nos equivocamos, lo cual indica con qué mirada de afecto veíamos ya entonces a Valderas. No se ha cumplido nuestro cariñoso vaticinio sobre Valderas. Pero el recuerdo de don Antonio, allí, aquí y en más lugares sí creció hasta cotas de considerada admiración. Por eso, y por más, quise dedicarle este recuerdo, que me place rematar con la estrofa de una poesía que don Antonio dedicó a Valderas, cuando él tenía 21 años: Cofre de recuerdos, / hornacina de memorias, / nidal de viejas historias, / arca de la tradición . Lo que he dicho: testimonios del cariño de don Antonio hacia su pueblo, Valderas. Lo que sucede es que al amor patrio se expresa a gritos ostentosos o también, y quizá más sinceramente, con serenas expresiones de sentimiento entrañable.

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