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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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OTRA VEZ la mentira como procedimiento político. Lo malo de esta ocasión es que no sabemos quién nos engaña. Estoy hablando del penoso ceremonial de las conclusiones de la Comisión del 11-M. Según el PP, todos los demás miembros de esa Comisión se reunieron poco menos que de tapadillo, silenciaron sus trabajos y dejaron al margen al equipo de Rajoy. Por esa razón, entre otras, se niegan a suscribir el documento. Pero, según Álvaro Cuesta (Partido Socialista) y otros portavoces, el Partido Popular fue informado e invitado a participar en los trabajos. Si no lo hicieron, ha sido por razones que sólo el PP conoce. Está claro, por tanto, que alguien miente. Estamos en una típica ceremonia de confusión cuyo resultado es dejar en el aire la pregunta política que domina toda esta legislatura: ¿es el PP quien se queda solo en las grandes ocasiones, o son los demás quienes fuerzan esa sensación de soledad? Si se trata de una habilidad del equipo Rajoy, ellos sabrán cuáles son los beneficios. Si es una estrategia de los demás, no parece claro que hasta ahora les haya producido alguna rentabilidad. Quien sale perjudicado es el país y su imagen. No hay un solo lugar en el mundo occidental donde las fuerzas políticas se dividan ante el terrorismo. Y menos, las dos que están llamadas a alternase en el gobierno. Tampoco hay una nación conocida donde las estrategias de partido se utilicen de forma egoísta frente a enemigos comunes como los grupos terroristas. Consecuencia: no existe un país donde se produzcan los daños colaterales que aquí se están empezando a producir: división entre las víctimas, politización de sus asociaciones, desconfianza y ocultaciones de información. Si en estas condiciones se mantiene vivo todavía el Pacto por las Libertades, es sólo por la vergüenza torera de romperlo. Los miembros de la comisión se han dado ahora un plazo de cuatro días, hasta el lunes, para convencer al PP y lograr su firma. No es una cuestión de plazos. Lo único que puede hacer el PP es lo insinuado ayer: redactar un documento alternativo y someterlo a los demás para lograr un texto conjunto. ¿Será posible? Es, por lo menos deseable. No se puede cumplir un año de aquel terrible atentado en un clima de división y enfrentamiento político. No se puede trasladar a la sociedad la perniciosa sensación de que el dolor colectivo se ha convertido en lucha parcial cuando se ha puesto en manos de los representantes políticos. Claro que tampoco se podía esperar otra cosa. Se lo escuché ayer a una de las mentes más lúcidas del gobierno. El mal estuvo en el origen de la misma comisión: un grupo de intereses, aunque sean ideológicos, no está capacitado para buscar verdades objetivas. Y ahí están las consecuencias.