Vender gato por liebre

ANTES de la amanecida, con cinco grados bajo cero, los trabajadores de Antibióticos se concentraron ante la factoría. Era su primera jornada de huelga para protestar contra el oscurantismo semimafioso de los propietarios de la empresa: los italianos de Sir Fidia. Hubo filtraciones para bajar el tono de la protesta, como la posible compra por parte de Suan Farma, o la declaración del consejero Tomás Villanueva: «Aunque vosotros no lo creáis, desde la Junta estamos trabajando par solucionar el problema». Pero los trabajadores ya no tragan. Han sido tantos los desencantos que han recurrido al último y único recurso que les queda: la huelga. Ayer escenificaron la primera jornada. Las dos siguientes las tienen programadas para los días 10 y 11. La protesta de ayer fue modélica. La propia policía la ha calificado de «modélica, cívica y enérgica». En la comisaría todavía están emocionados. Es la primera vez que han recibido una ovación en el transcurso de un conflicto. A los agentes que cubrieron la seguridad, no les dolieron prendas al afirmar: el comité de empresa lo tiene muy claro. nadie les puede vender gato por liebre. De momento, el pulso de Antibióticos no da más de sí. Habrá que buscar otros horizontes. Tiene razón Josep Piqué y el PP de Cataluña cuando exigen un pleno del Parlament para aclarar la golfada del 3% y demás escándalos en la política catalana. Los intentos de bajar el suflé por parte de Pasqal Maragall y de CiU son completamente inútiles. Además, a estas alturas, ya no hay forma de echarle tierra al escándalo. Porque debe recordarse que el mismo día en que a Maragall se le escapaba la acusación en el Parlament, El Periódico de Cataluña ya publicaba un editorial sobre la comisión del 3%. El clamor estaba muy extendido con anterioridad. Los gobiernos de CiU en Cataluña se movieron con total impunidad desde el momento en que Jordi Pujol, con el apoyo de toda la derecha española, consiguió eludir su procesamiento por el caso de la banca catalana. De aquellos polvos, estos lodos. Es imprecindible una clarificación y depuración de toda la vida política en Cataluña. Por la misma razón es ya necesario en Madrid clarificar la trama de corrupción y urbanismo recientemente descubierta en Majadahonda. No es nueva. Ya había salpicado a otros ayuntamientos periféricos gobernados por el PP. La trama apunta hacia lo más alto del organigrama del PP madrileño, esto es: al secretario general, Francisco Granados, y a la presidenta, Esperanza Aguirre. Ayer, o quizá el día antes, decidieron nombrar a la ex-ministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez, presidenta de la Gestora en Majadahonda. Un nombramiento que desautoriza a la dirección del PP y del ayuntamiento y reconoce de facto las graves anomalías. Esperanza Aguirre se hace la víctima. Supone persecuciones. No hay tal. Lo que debe dar es muchas explicaciones sobre qué está pasando en su territorio y bajo su responsabilidad. Las comunidades de Cataluña y de Madrid y las tramas en ellas descubiertas, deben servir de ejemplo. Han de clarificar actuaciones y depurar responsabilidades, caiga quien caiga. Lo que no va a ocurrir ni se va a tolerar por parte de los ciudadanos, es que se intente pactar para echar tierra sobre los escándalos abiertos.