EL RINCÓN
Todos a la cárcel
COMO EN la película de Berlanga, parece que una de las aspiraciones nuestras, con la finalidad de hacer felices a los españoles, es meter el mayor número de ellos en prisión. Habrá que rezarle al Cautivo para que se apiade, si no de todos, sí al menos de alguno de nosotros. En general, los que van a estar una temporada a la sombra se hicieron famosos por su esplendoroso arte de «cambiar las cosas de sitio», que es como en el muy displicente lenguaje cheli le llaman a robar. No hay piedad para ellos, quizá porque las cantidades sustraídas, a pesar de ser muy altas, no alcanzan la estatura bursátil lograda por los ladrones de guante blanco y alma negra que jamás serán condenados. A Rafael Vera y José María Rodríguez Colorado, ex altos cargos del Ministerio del Interior, les ha rechazado el indulto el fiscal. Se les imputa el expolio de fondos reservados y se dice que actuaron de forma mendaz y desleal. Las penas que recayeron sobre ambos se llevan poco -la de Vera siete años y la de Colorado seis- pero de lo que se llevaron no se sabe nada. También deberán ir a prisión los condenados por el repugnante montaje contra Pedro J. Ramírez, que son nada menos que seis, encabezados por el curioso ejemplar de hombre de leyes Rodríguez Menéndez. Otro que puede estar entre rejas cuando acabe la ola de frío es el ex alcalde de Marbella Julián Muñoz, más conocido por Cachuli, acompañado por unos cuantos ediles del Gil. En las cárceles españolas hay oberbooking , pero como sigan las cosas así a muchos de los inquilinos o candidatos a ello tendrán que alojarles fuera. No cabe ya un alfiler de cabeza negra. La cárcel, dice nuestro refranero, es sepultura de vivos, probanza de amigos y venganza de enemigos. Don Miguel de Cervantes, que la padeció, dijo que allí toda incomodidad tiene su asiento, pero ahora es peor, ya que nadie, ni siquiera esa detestable señora, tiene donde sentarse. Si en este país no se puede reducir la corrupción llegará un momento en el que habrá que reducir las penas.