Diario de León

TRIBUNA

La verdadera naturaleza del empresario

Publicado por
CAMINO FERRERO
León

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LA PUBLICACIÓN de los resultados de la encuesta de Confianza Empresarial que realiza el Círculo Empresarial Leonés desde hace cuatro años ha despertado mucho interés en los medios de comunicación y toda clase de comentarios de columnistas, tertulianos, creadores de opinión y ciudadanos en general. Ciertamente nos satisface la excelente acogida de este informe anual que dibuja una radiografía bastante certera de la salud empresarial y la confianza con la que los emprendedores encaran 2005, a través de una serie de variables y valoraciones que no viene al caso recordar en este momento. Sin embargo, el dato que más ha llamado la atención y que más titulares ha acaparado es ese 62% de empresarios que considera que León no reúne las condiciones necesarias para que resulte atractiva de cara a la inversión. Un porcentaje que coincide con otros sondeos similares realizados a empresarios de toda la comunidad que vienen a destacar el escaso atractivo inversor de la provincia leonesa. Esta cifra, sin duda preocupante, ha ensombrecido, sin embargo, otros datos que nos parecen importantes destacar y que es nuestra obligación recordar como representantes de un colectivo empresarial que diariamente se enfrenta a la tarea de crear riqueza y empleo. Sirva como ejemplo el 61% de empresarios que afirma va a realizar inversiones a lo largo de este año y el 27% que aumentará sus plantillas, lo que significa que tendrán que hacer un gran esfuerzo para mantener o incrementar sus ventas y mejorar su competitividad. Aunque parezcan datos contradictorios no lo son. El empresario leonés está demasiado acostumbrado a que se le tache de conservador, anacrónico, tendero, cazador de subvenciones, etcétera, cuando la realidad es que este oficio o vocación es una carrera de obstáculos en la que triunfa el que además de ilusión y confianza en su proyecto tiene la osadía y agudeza de sortear las dificultades que crea el propio sistema administrativo y el mercado. El riesgo es, por tanto, consustancial a la palabra empresario pero también lo es, en nuestra opinión, el optimismo; quien proyecta un plan empresarial persigue ganar dinero, actúa con la esperanza de obtener un beneficio. Y desde luego, los empresarios leoneses no son distintos a los catalanes, murcianos o gallegos; se mueven por las mismas o parecidas motivaciones e invierten su capital o patrimonio con la finalidad de acrecentarlo y si es posible contribuir al crecimiento económico y la creación de riqueza; lo que realmente es distinto son las condiciones en las que tienen que moverse y ahí, los lamentos y las críticas de los empresarios leoneses están más que justificadas. A estas alturas y con las experiencias acumuladas, el empresario de León no espera gran cosa de la administración o de los políticos para que le faciliten la tarea de materializar una iniciativa de negocio, su única pretensión es que le quiten piedras del camino o, al menos, no se las pongan. Y aquí podemos poner ejemplos que a más de uno le tendrían que sacar los colores. No es de recibo que el polígono industrial de León, el de Onzonilla, lleve casi 40 años sin que esté ocupado en su totalidad arrastrando deficiencias manifiestas y que la segunda fase se paralizara misteriosamente durante mas de año y medio sin que nadie diera explicaciones. Es el paradigma de lo que no se debe hacer con un área industrial. Tampoco es normal descubrir que en uno de los polígonos industriales con mayores perspectivas de éxito, como es el de Villadangos, fallen servicios tan básicos como el abastecimiento y saneamiento de agua o que un emprendedor tenga que esperar pacientemente meses y meses a que los responsables de un consorcio intermunicipal se reúnan para tomar decisiones sobre política industrial y así puedan justificar al menos sus jugosas comisiones. ¿Algún empresario en su sano juicio con un proyecto industrial en sus manos seguiría perdiendo tiempo y dinero a la espera de que los políticos despejaran el camino? Lo más probable es que no dudara en valorar otras opciones de asentamiento ante la tardanza o indecisión en materias tan cruciales como disponibilidad de suelo industrial o comunicaciones. La lista de despropósitos en este terreno suma y sigue; somos testigos impotentes de situaciones lamentables e injustas que afectan a valiosos proyectos empresariales como es el caso de un importante emprendedor del Sur de León con varias empresas a sus espaldas que ha puesto en marcha una magnífica iniciativa industrial, a pesar de las zancadillas, instalando él mismo un generador eléctrico para proveerse de energía ante la «imposibilidad» de una conexión con la red cuando la línea del tendido eléctrico se encuentra a unos pocos metros de la nave. O el caso de varias empresas del Bierzo y de otras comarcas leonesas a la espera de abrir sus negocios o de ampliarlos por culpa de trámites burocráticos tan complicados como la estampación de un sello. Y no hablemos ya de la política de subvenciones que se ha convertido en un tópico en esta comunidad por la diligencia y rapidez con la que se gestionan. Y en este tema hacemos constar que la mayor parte de los empresarios leoneses no son cazarecompensas ni están a favor de las subvenciones porque en muchos casos lo único que producen es distorsión en el mercado y competencia desleal entre empresas y entre territorios. Afortunadamente somos conscientes también de ejemplos contrarios; es el caso por ejemplo de una población significativa de la provincia de Valladolid que ha crecido espectacularmente gracias a la filosofía municipal de priorizar el asentamiento de industrias y empresas, facilitando al máximo la tramitación de los requisitos administrativos. «Instale usted su empresa y ya resolveremos el papeleo», es la consigna del éxito.

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