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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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LA INICIATIVA política más criticada, minimizada y ridiculizada por amplios sectores informativos es española. Se llama «alianza de civilizaciones» y fue lanzada al mundo por José Luis Rodríguez Zapatero. Ocurrió en septiembre de 2.004, en la Asamblea General de Naciones Unidas. Todo lo que esa idea tenía de grandeza y aportación original a la paz mundial se ha convertido aquí en una caricatura y en sinónimo de propuesta absurda, vacía de contenido y fruto de una mente iluminada con pretensiones. ¿Acaso porque era hija de Rodríguez Zapatero? Es posible. La antipatía política suele anular la serenidad de juicio. Pero tales críticas han tropezado con el frontón del propio ZP. Este episodio define uno de los rasgos más desconocidos de su carácter: la tenacidad. Ha pasado por encima de las chanzas, como si no fueran por él. No se dio por aludido. Mantuvo la idea frente a sus adversarios. Y ayer, al entrevistarse con Kofi Annan, secretario general de la ONU, la resucitó y amplió, con propuestas concretas y definición del escenario. Rodríguez Zapatero tiene en Kofi Annan un aliado natural: les une su oposición a la invasión de Iraq y el hecho de estar en la lista negra de George W. Bush. Los enemigos comunes crean grandes adhesiones. Este cronista pertenece al pequeño grupo de quienes defienden esa alianza, diálogo o como se quiera llamar, de civilizaciones. En concreto, de la islámica y la llamada occidental. Puede ser provisionalmente utópica. O al menos parecerlo. Pero, ¿cuál es la alternativa? La confrontación. Ryszard Kapuscinsky describe así la situación en el libro El mundo de hoy : «Occidente se pregunta si el Islam es una amenaza para el mundo. Los musulmanes, a su vez, sostienen que es Occidente quien amenaza al Islam». ¿A dónde conducen esas sospechas y desconfianzas? Directamente a la agresión. Y, en el caso de los fundamentalistas musulmanes, al terrorismo, que han descubierto como la forma de atemorizar a Occidente y vengarse de las injusticias que sufren. Si se mantiene esta tensión, agravada por gobernantes como Bush, que sólo creen en la imposición de la fuerza y piensan que el terrorismo se combate con la guerra, la confrontación será eterna. Y algo peor: tendrá como escenario las naciones occidentales, porque los musulmanes están aquí. Son nuestros vecinos. Compran a nuestro lado en tiendas y supermercados. Su religión se ha extendido por territorios tradicionalmente cristianos, como una invasión todavía pacífica. Nuestros hijos conviven con ella en colegios y parques de las ciudades. Ante esa realidad, tan indiscutible que ya es nuestra realidad cotidiana, la alianza y el diálogo podrá ser difícil. Podrá ser despreciable por ser idea de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero es inevitable para un futuro de paz.

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