Ruido político ambiental

ERAN vísperas de oración y de llanto. Antes de que casi la totalidad de mis lectores se asomen hoy al balcón, hace ya un año nos sobrecogió en la amanecida la tragedia del 11-M. Y persiste el ruido ambiental en la política. Pasqual Maragall pidió ayer excusas en el Parlament por el incidente del 3%. Textualmente, matizó, «por el incidente parlamentario». Artur Mas, líder de CiU, se las ha aceptado y retira la querella anunciada. La impresión que puede quedar es que Maragall pidió excusas por denunciar la corrupción del Gobierno de CiU, ahora que empiezan a aparecer empresarios que la confirman y todo el mundo reconoce que existía. Cuando Pasqual Maragall acusó a Convergencia de cobrar el 3% de las obras no cometió ningún error. Cumplía con una obligación ciudadana que, en todo caso, tenía que haber hecho antes. El error lo cometió cuando en el mismo pleno retiró la acusación para que CiU siguiera en la ponencia de la reforma del Estatut. Esperamos que esta cadena general de desafortunados incidentes no impida a la Fiscalía del Tribunal Superior de Cataluña seguir trabajando y desentrañando la madeja de la corrupción. Otro que patinó anteayer fue el presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, al identificar comunidades nacionales con comunidades lingüísticas. Enredó todavía más el debate nominalista abierto. Según su definición, ni Hospitalet del Llobregat, ni Santa Coloma de Gramanet, pordrían ser parte de la Comunidad de Cataluña por ser castellano/hablantes. Tampoco Ermua o Sestao respecto al País Vasco, por poner sólo dos ejemplos. Ahora bien, quien ha batido todos los records de ruido político ambiental ha sido el senador popular Ignacio Cosidó. En la Cámara Alta, y en nombre de su partido, espetó a Gregorio Peces Barba que merecía el tít ulo de «Alto Comisionado de los Verdugos Terroristas». Muy fuerte, joder. A lo mejor, esta sarnosa intervención del senador popular sólo está hecha para desviar la antención sobre la metedura de pata del PP en la comisión sobre el 11-M. Aunque así fuera, sus declaraciones son intolerables. Por varios motivos. Citaré tres: 1) Porque el PP sigue apropiándose y utilizando las víctimas del terrorismo por intereses partidistas. 2) Porque las utiliza contra partidos con mucha más tradición democrática que el propio PP. Y 3) Porque injuriar y columniar a una personalidad de la talla intelectual, democrática e institucional como Peces Barba, sólo se le puede ocurrir a auténticos botarates políticos. Con Gregorio Peces Barba se puede estar de acuerdo o no. Yo he disfrutado de su generosa cortesía y conozco su grandeza política y académica. Los bien nacidos de este país deben respetarlo. Pero ahora ya sabemos que los correligionarios de extrema derecha lo querían ver en la manifestación de Madrid para insultarle y agredirle como a José Bono y a Rosa Díez. Lo peor de todo es que el PP no ha desautorizado al tal Cosidó. A estas alturas va resultando cada vez más evidente que los «aznaroides» arrastran a Mariano Rajoy al estrelladero electoral. Se lo habrá merecido por pusilánime. O por pastelero.