Diario de León

DESDE LA CORTE

Actitudes que dan miedo

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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ESTE NUEVO 11 de Marzo debería ser un día de silencio. De campanas que tañen sobre el cielo de Madrid. De respeto a los muertos. De homenaje a su memoria. De reflexión sobre las causas que llevaron a aquella infamia. Y de oración. Para que esas víctimas descansen en paz. Para que sus familias encuentren consuelo. Para que no se vuelva a repetir. Así debería ser esta fecha de aniversario en que veremos gestos, oiremos testimonios dolientes y recordaremos que todavía hay muchas personas que requieren tratamiento. Pero no es así. Esos gestos, esas reuniones de políticos en torno a símbolos, apenas ocultan un panorama de tensiones y de confrontación inquietante. Su escenario fundamental, el de la relación entre el PP y el Gobierno. Este aniversario del 11-M marca el momento de mayor dureza de la etapa de Mariano Rajoy. Primero fue su rechazo a las recomendaciones de la Comisión de Investigación. En la memoria de este país debe quedar que sus representantes políticos han resultado incapaces de acordar unos puntos mínimos de coincidencia menos vaporosos que los leídos ayer por el Presidente del Congreso. Después fue el senador del PP que llamó al señor Peces-Barba «alto comisionado para el diálogo con los verdugos», que indica un nivel de ofensa y de histeria imposible de aceptar. No es tan grave el insulto como el hecho de que ningún dirigente del partido se ha prestado a corregir sus palabras. Y, por último, tenemos la reacción del entorno mediático próximo al PP a las confusas teorías de Rubio Llorente sobre las «comunidades nacionales». El señor Rubio, por muy presidente del Consejo de Estado que sea, fue de una torpeza escandalosa. Hizo un discurso incomprensible, metiendo en el mismo saco la reforma constitucional que le encomienda el gobierno y los ámbitos culturales (a veces supranacionales) que definen una comunidad nacional. Sembró la alarma en el país, porque parecía que legitimaba el Plan Ibarretxe, los «Paísos cataláns» o la anexión de Navarra. De locos. Menos mal que ayer matizó sus palabras, horrorizado él mismo por lo que, al parecer, no quiso decir. Rajoy resultó hasta melifluo al calificar esas palabras como «pesadilla». Pero algunas tertulias radiofónicas, donde participaban periodistas siempre críticos con el PSOE, daban miedo. Evocaban el nazismo, la balcanización o el expansionismo de Serbia. ¿Mi impresión? Como eso no responde sólo a criterios personales, sino a un ambiente político, significa que se está perdiendo tolerancia. Avanza la intransigencia. Se asienta la división. Y justo cuando escribo esta palabra, le escucho a Su Majestad el Rey: «Las divisiones en la sociedad debilitan frente al terrorismo». Y frente a todo, señor.

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