Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Silencios preocupantes

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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NO EXISTEN los silencios plenos. Sólo es comprensible el silencio total, sin eco de sí mismo, en el cosmos antes de la Creación. Nunca oimos cómo crecen las raíces de los árboles o el mínimo suspiro de un lago aquietado entre nieves. Pero se perciben. Hay otros silencios más preocupantes. Por ejemplo, los silencios políticos. Suelen decir más que mil palabras. Todos los medios informativos, por unanimidad, tanto los próximos al Gobierno como los que enarbolan la bandera conservadora, han coincidido en calificar como inaceptables las palabras del senador popular Ignacio Cosidó. Ya conocen el incidente. Las pronunció en la Cámara Alta contra el Comisionado para las Víctimas del Terrorismo, Gregorio Peces Barba, del que dijo debía ser denominado «para el diálogo y el amparo de los verdugos terroristas». Y también hay coincidencia plena: merece una rectificación clara del propio senador Cosidó, o en caso contrario, su reprobación por parte de la dirección nacional del PP. Pero el PP guarda un silencio que inquieta. Ya se sabe que el que calla, otorga. Consiente con todas las consecuencias. Yo creo que mientras Rajoy no desautorice expresamente al senador Ignacio Cosidó, no recuperará su credibilidad política. Lo dicho en sede parlamentaria no siempre ha de contar con inmunidad. Al menos política e intelectualmente. A todo político ha de exigírsele que hable desde la razón, no con las vísceras. Cada cual es muy libre de apoyar o erosionar el trabajo de Gregorio Peces Barba como Alto Comisionado de las Víctimas del Terrorismo. Lo que es deleznable e ignominioso son intervenciones como la del senador Ignacio Cosidó. Es la gota que c olma el vaso, después de sufrir las acometidas a pecho descubierto de los Acebes, Zaplana y Pujalte de turno. Supongo que la ignominia de la intervención de Cosidó en el Senado no se va a olvidar. Así que, una de dos, o mejor dicho, de tres: o rectifica con claridad el senador salmantino, o Mariano Rajoy le reprueba, o de lo contrario avala esos métodos descarnados y sin futuro. Por el contrario, reconozco que Josep Piqué, ex-portavoz y ministro de Exteriores, y ahora presidente del PP catalán, está haciendo un trabajo fuerte y arriesgado en su comunidad. Con argumentos y altura dialéctica, no con las vísceras. Está disputándole la jefatura de la Oposición a CiU. Su moción de censura contra el president de la Generalitat, retirada antes de la votación, no es el clamor de la soledad. No, no; significa la denuncia contra el pacto de silencio entre el Govern y la oposición convergente. En el aire queda flotando el tufo de la corrupción. Ese 3% que se enrosca como una anguila. Se han salvado los flecos políticos, pero quedan los penales. Piqué hizo en el Palament las intervenciones más duras que se conocen en el último cuarto de siglo. Pero las hizo con unas maneras y formas políticas que debería imitar el PP en el Parlamento nacional. Lamentablemente, la dirección nacional del PP está perdida entre sus propios fantasmas. Ya es difícil que recupere tierra. Sobre todo porque las elecciones en el País Vasco están a la vuelta de la esquina, a continuación llegan las de Galicia, y por el medio, se abre el gran abanico vacacional.

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