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DESDE LA CORTE

La publicidad, por la ventanilla

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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¡QUÉ ALIVIO amanecer a día 16! No es sólo porque falte sólo una semana para el Miércoles Santo, día de fuga de vacaciones, sino por lo que dejamos atrás: la memoria del aniversario de las elecciones. Ha sido un festival de palabras, donde toda la clase política ejerció la función que más le gusta: ser profeta del pasado. Un año después, las personas más influyentes de este país han dedicado todos sus esfuerzos y energías intelectuales a reelaborar las teorías ya conocidas sobre la influencia de los atentados sobre las urnas. Han echado literalmente sal en las heridas todavía abiertas. Y han aprovechado el ambiente para recordar el ogro que había dentro de Aznar o lo poco preparados que estaban los socialistas. El premio a la creatividad ha sido ganado, a partes iguales, por Rajoy y Zapatero. El uno, por haber calificado al actual gobierno como «el de peor calidad desde 1.977». El otro, por decir eso tan ocurrente de «tras ocho años de derechas, hemos tenido un año de derechos», que inspira esta apostilla: «un año de derechos que, como se sabe, el prólogo de un año de tiesos». Es un alivio, insisto, amanecer a día 16 y haber superado este festival de ocurrencias. Lo malo es que sólo se superan de forma provisional. Cuando se archivan esas declaraciones y balances, los protagonistas de la vida pública ya están pensando qué dirán dentro de mes y medio, cuando se cumpla un año del gobierno socialista. Después de lo dicho ahora, el PP está obligado a superar su propia marca: el gobierno actual ya tendrá que ser el peor de todo el siglo XX. Y Zapatero y sus hombres tienen que hacer acopio de cifras y hechos para convencernos de que tenemos un gabinete que no nos merecemos, un presidente caído del cielo y unos ministros que, como diría Rajoy, son la repanocha. Después de tales exhibiciones de críticas y autobombos, algunos bastante impúdicos, ¿cómo queremos que reaccione la sociedad? Pues «pasando» de tales proclamaciones. Sus dirigentes le envían mensajes previsibles y, por tanto, no le pueden pedir otra cosa que el elogio al ingenio provisional. Pero sospecho que empieza a haber algo de hastío en el cuerpo social por no encontrar un mínimo asomo de autocrítica en sus gobernantes, un mínimo gesto de generosidad en la oposición y, en todos, una pequeña muestra de aquella «humildad» que prometía Zapatero en la noche de su triunfo electoral. Respecto a los cronistas que nos corresponde glosar estos juegos florales, propongo que hagamos un libro de estilo con las mismas normas que se aplican a la empresa privada: oigan ustedes, señores de los partidos, si quieren publicidad, la publicidad se paga; hagan el favor de pasar por la ventanilla de administración.

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