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DESDE LA CORTE

ZP, la proclamación de lo obvio

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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POR LA TARDE, Mariano Rajoy había acusado a Zapatero de no tener una idea de España. Por la noche, el presidente del Gobierno intervino en la televisión vasca, en una entrevista que sonó a un acto más de la campaña electoral del Partido Socialista de Euskadi. Y, en el fondo, lo fue: allí presentó el esquema de reformas que esa fuerza política ofrece a los ciudadanos. Y debo decir de inmediato que fue también uno de los actos de malabarismo político del Presidente, sólo comparable a la sesión del Congreso, donde Rajoy le preguntaba por las «comunidades nacionales», y él terminó hablando de la «orgía permanente» de la política exterior. ¿Qué ha vendido Rodríguez Zapatero anoche a los vascos? Algo fantástico: lo que vienen reclamando los nacionalistas desde hace años: ¡un referéndum! ¡Caramba!, dirá el lector, y se preguntará a continuación: ¿pero eso no era ilegal? ¿Aznar no iba a meter en la cárcel al Lehendakari, si se le ocurría convocar esa consulta popular? ¿Tanto ha cambiado este país? No, señor. No ha cambiado nada. Lo que hizo el Presidente ha sido prometer lo que es una obligación legal: someter a referéndum la reforma del Estatuto de Autonomía. Para que no haya dudas, para que nadie piense que a Zapatero le ha dado un aire o se hizo abertzale, siendo como es de León, recordemos las previsiones legales para la reforma de los estatutos. Primero se aprueba en el parlamento autónomo, que es, por cierto, lo ocurrido con el Plan Ibarretxe. Después se remite a las Cortes Generales, cosa que también se hizo con ese plan. Si la reforma del Estatuto se aprueba con mayoría de 176 escaños (es decir, que no hacen falta ni los votos del PP), es obligado que los ciudadanos lo aprueben después en referéndum. Así hemos votado, por ejemplo, el Estatuto de Galicia, y así aprobaremos su modificación, si algún día se produce, Fraga mediante. Como el Plan Ibarretxe no se aprobó en el Congreso, no hubo referéndum posible. Pues eso es lo que ha ofrecido Zapatero a los vascos: que sus partidos acuerden un texto, y después lo podrá votar la ciudadanía. Puesto en boca de Zapatero en la televisión vasca, parecía que Arzallus había ganado su última batalla. Incluso habrá habido buenas gentes nacionalistas que repitieron la ronda de potes, en la creencia de que, al fin, pueden decidir sobre su futuro. ¡Qué grande es ZP! Pues no, señor. Zapatero sólo anuncia lo obvio. Sólo promete cumplir lo que establece la Constitución. El referéndum de que habló no puede ser una oferta para conseguir votos, sino para que se cumpla le ley. La mercancía electoral está debajo de ese envoltorio: el único que puede lograr el consenso para cubrir todos los trámites en Patxi López. Bueno, eso dice ZP.

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