Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Tiempo turbador

Publicado por
JUAN F. PÉREZ CHENCHO
León

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A DOS DÍAS del estreno de la primavera, se inicia hoy en León el tiempo turbador de la Semana Santa, que tiene vitola de internacional. En realidad comenzó el 14-M. Pero no el 14-M electoral de hace un año, sino el de este mismo mes, día en que Felipe Fernández Ramos, deán y canónigo lectoral de la Catedral, pronunció el pregón oficial. Para los abades, seises, cofrades, hermanos, braceros, bandas de cornetas y tambores y toda la luiturgia humana que la rodea, los doce meses son tiempo turbador de pasión. Son los prólogos entre místicos y festivos. Ayer mismo prologó esa magia solemne, espiritual y redentora, el grupo de teatro Arpegio en el claustro catedralicio. Escenificó el Auto Sacramental de la Pasión. Maravilloso. Conozco a alguno de los actores, a pocos, pero son magníficos. Hice el bachillerato en los Salesianos con Magín Mayo, que da vida al evangelista Mateo. Ya este Magín era mágico entonces, con pantalón corto y sin canas. Quizá debió orientar su profesión al mundo de la escena. Ningún prólogo más pasional y dignificado que la representación del Auto Sacramental de la Pasión. Es como volver la mirada dos mil años atrás. Pero miremos al programa de hoy. Se inicia a las 20.00 horas con la procesión de La Dolorosa. A la misma hora, ya es fatalidad, está signada la conferencia de clausura del ciclo sobre ciencia del siglo XXI, organizado por la Fundación Sierra Pambley. La imparte el leonés Carlos Martínez Alonso, presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la biblioteca Azcárate. Quizá, los asistentes a la conferencia aún puedan ver el desfile procesional de La Dolorosa, a la que se exhibe por el viejo León desde su trono de la Parroquia del Mercado. La Semana Santa leonesa ha crecido de forma espectacular en los últimos años. Une a su fervor espiritual y cristiano otra dimensión económica. Para León son los días más activos del año. Yo suelo ir a otras latidudes en estos días. Pero he sentido la emoción del Encuentro, televisado en directo, bajo la mansedumbre de la nieve. Tengo dos hijos papones. Sin embargo, nunca he sentido esa especie de ardor trinitario que alienta a hermanos y abades. Admiro su vocación espiritual. He conocido a algunos que habría que enmarcar, como el desaparecido Antonio Álvarez, Tonchi , o el que ejerce este año en la Cofradía del Dulce Nombre, Pablo San José. La Semana Santa, para ellos, es un compromiso, sin peros ni añadidos. Hoy regresarán a León muchos hijos de la diáspora. Vendrán a ejercer de braceros, tomar limonada, elevar las chapas a cara o cruz, o a reencontrarse con las venas de la sangre. Otros muchos lo harán atraidos por el efecto turístico. Y otros se irán a pisar paisajes de mar o nieve. En total, según previsiones del Ministerio del Interior, a través de la DGT, habrá unos quince millones y medio de desplazamientos. La muerte en estos días no anida en las campanas, sino sobre la brea. «No podemos conducir por tí», dice el eslogan de la campaña de seguridad vial para la Semana Santa. Atinó el ministro José Antonio Alonso al afirmar: «Los ciudadanos son los protagonistas y es necesaria su complicidad». La mía la tienen. Supongo que también la suya, la de todos ustedes.

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