AL TRASLUZ
Nuestros valores
TODA DICTADURA se sustenta en el miedo y en el pelotilleo, y para provocar ambas emociones vienen de perlas las estatuas, sobre todo a caballo. Personalmente, como si funden la estatua de Franco y la destinan a hacer llaveros, aunque lo lógico es contextualizarla en un museo, no para ensalzar al personaje, sino para explicarlo. Nada peor que enredarse en una polémica anacrónica. El PP ha contribuido eficazmente a la consolidación del centro político, un espacio que más que una ideología es una actitud, incompatible en su fondo y en su forma con el franquismo. El centro está integrado por un amplio abanico de españoles, que no deben ser confundidos con los indecisos, cuyo voto es tolerante y meditado, pero cambiante. El PP sabe que es en ese ámbito donde se gana, como lo sabe el PSOE. ¿Por qué entonces ahora esa defensa indirecta del Caudillo? Franco no se merece una estatua en un espacio público, sino una gran tesis doctoral. Mi tía Clotilde lleva en la cartera, junto a la foto de sus nietos y bisnietos, una estampita del generalísimo. La quiero mucho, pero su tiempo ideológico pasó. ¿Qué tienen que ver con nuestro proyecto colectivo esos jóvenes de brazo en alto y apolilladas consignas? Honremos con esculturas a las víctimas del terrorismo, a los concejales populares y socialistas perseguidos por ETA, a nuestros héroes, por hacernos mejores; en definitiva, valores actuales. No confundamos la imagen de un dictador, sea del signo que sea, con la iconografía religiosa. Franco no se merece una estatua; otros muchos personajes históricos, tampoco. Mi tía Clotilde, quizá sí.