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Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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EN LAS INUNDACIONES siempre les llega el agua al cuello a los mismos. Ocurre igual que en las épocas de depresión económica, que son todas aquellas en las que la economía no está en alza. Hay quien dice que son cíclicas. No sé. De economía no sé nada y en eso me parezco a los grandes expertos en temas económicos. El presidente Riochard Nixon confesó que tenía cien consejeros y que estaba seguro de que uno de ellos estaba en lo cierto, pero nunca supo cuál era. Es realmente muy difícil distinguir a una persona que domine una materia de otra que tenga el don de la locuacidad. Mucho más en las sociedades opulentas, donde tampoco se distinguen los lujos de las necesidades, quizá porque no haya nada más necesario que permitirse algunos lujos. Se ven venir tiempos peores y no vamos a tener más remedio que recibirlos. El culpable dicen que es el petróleo, mejor dicho, su precio. Aunque cada barril tenga su buena proporción de sangre, sigue subiendo. Primero se disparan los misiles y luego se disparan los costes. El barril de crudo llega a 57,6 dólares y estaba presupuestado en 45, lo que significa que el que lo tiene crudo es Solbes. No nos van a salir las cuentas y las únicas señales que se divisan son las de alarma. A pesar del incremento de la producción acordado por la Organización de Países Exportadores de Petróleo el alza es imparable y nosotros no sabemos dónde iremos a parar. Lo que sí sospechamos es que los más afectados serán los de siempre. Para qué vamos a cambiar. Parece que la solución está en nuestras manos pecadoras, no sólo en nuestros pies, sobre todo en el del acelerador. De momento le estamos echando la culpa a China, a la India y a Oriente Próximo, que también nos pilla bastante lejos. ¿Qué pasará cuando el barrilete de petróleo se ponga en setenta dólares? Ya nos empiezan a recomendar cosas sumamente desagradables: recortar prestaciones sociales y la deducción por vivienda. Hemos recibido ofertas ciertamente mucho más sugestivas y hemos sabido rechazarlas.