Un detalle

ME SORPRENDIÓ gratamente. En la mañana del pasado sábado vi a un empleado municipal, brocha en ristre y con un cubo de pintura gris, cubriendo unas pintadas que había en una pared de la calle La Torre. Más tarde comprobé que el operario, o algún colega, había hecho lo mismo en otros muchos sitios de la capital, pero no sólo del casco antiguo (calle de Santa Marina o en la iglesia de Palat del Rey), sino también en los grises muros del Bernesga, que ahora han pintado de verde, para hacer juego con la hierba, cuando salga. Pues eso es un detalle, sí señor. Que se apunte una felicitación quien ha tenido la idea y se ha ocupado de llevarla a cabo. Porque lo cierto es que las paredes de la ciudad estaban perdidas de pintadas. Hay que reconocer que algunas son buenas, te hacen sonreír o admirar el ingenio de su autor, pero la mayoría son burdas y todas ensucian por igual. Por eso merece un aplauso que alguien se haya acordado de las paredes y decidiera dar un aspecto más aseado a la ciudad y además pintando cada una del color de la pared, así que han tenido que utilizar varios colores, lo que siempre es mucho más estético que hacer tachones, que afeaban y no servían, porque la pintada normalmente seguía leyéndose. De cara a la gran afluencia de visitantes que hay y habrá estos días por la capital es un detalle, pero se debería repetir con más frecuencia para que las paredes no estuvieran sucias. Y, por supuesto, lo ideal es coger a quien hace las pintadas y que, por lo menos, pague su limpieza.