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Publicado por
LUIS DEL VAL
León

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YO HICE un bachillerato que tenía dos reválidas, la primera de las cuales llegaba en cuarto curso, cuando el alumno contaba unos 14 años. Parece que ahora vuelve, pero se le llamará evaluación, porque en las tropecientas reformas educativas que llevamos lo que más se reforma es el lenguaje. Lo de examen es un término grosero y «suspenso» un concepto retrógrado, relacionado con gentes autoritarias, que nada tienen que ver con la nueva pedagogía. Gracias a sucesivas capas de aparente nueva pedagogía los estudiantes llegan a la universidad cada vez más ignorantes y con menores conocimientos, pero nadie osa insinuar, o sugerir, o bien advertir claramente que con unos planes u otros no queda más remedio que estudiar. Y lo de aprender de memoria ya sé que está mal visto, pero no conozco a nadie que haya podido sacar adelante una carrera sin emplear a fondo la memoria, ni nadie es capaz de hablar otra lengua sin memorizar términos, expresiones y reglas gramaticales. A pesar de esta incontrovertible verdad, hay un sigilo ridículo, general, inexplicable, y nadie se atreve a decirles a los chicos que, por muchas reformas que se lleven a cabo, hay que estudiar, y que estudiar es mucho más incómodo que manejar videojuegos o ver la televisión. Es muy probable que, antes de que alguien se atreva a decirles esta horrible verdad, se lleva a cabo otra reforma de la reforma, de la contrarreforma de los planes de estudio. Cuando hay un plan de estudios infalible, eso sí, tradicional, que consiste en estudiar. Pero nadie se atreve a decirlo.