LA VELETA
Un laboratorio para la revancha
JOSÉ MARÍA Aznar, cuando todavía era presidente del Gobierno, concibió la fundación FAES como un refugio perfecto para sus actividades políticas y académicas, suponiendo que el Partido Popular se perpetuaría en el poder. Con esa plataforma, financiada en una gran parte con dinero público sin que a nadie parezca que le haya escandalizado esta circunstancia- y sus excelentes contactos con la Administración Republicana en Estados Unidos, su acceso al mundo político internacional y la posibilidad de realizar negocios personales era una garantía consagrada. Ahora, con la transmutación del Partido Popular en oposición, la fundación de José María Aznar se ha constituido en una institución para la revancha cuyo principal objetivo es la deslegitimación de la victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero, dificultar la política exterior de España y, en último caso, dirigir el Partido Popular desde la sombra. El video que ha producido la fundación para cuestionar el resultado electoral es una prolongación del burdo reportaje que emitió Telemadrid el día que se cumplió el aniversario del 11-M y es un compendio de la filosofía que ha mantenido, en la más terrible de la soledad, el Partido Popular en la Comisión de Investigación del atentado de Madrid. Es, además, la consagración de la estrategia política que ha marcado José María Aznar para su partido en el que el liderazgo de Mariano Rajoy cada día es más mecánico y menos personal. Si la consigna que difunde la fundación de Aznar es la de la gresca como escenario político, no cabe duda que los tiempos que nos esperan serán convulsos. En todos los deportes en los que compiten dos equipos en el terreno de juego, la técnica se entorpece con la brusquedad. Las patadas siempre tienen un cierto grado de eficacia, salvo que el árbitro del partido utilice adecuadamente las tarjetas para expulsar del campo a los provocadores. Aquí no tenemos esa posibilidad salvo en cada acto electoral en el que la papeleta de voto es el arma de castigo. Ha pasado un año y el Partido Popular no ha interiorizado su derrota. Estamos en vísperas de las elecciones vascas a las que seguirán las gallegas. Dos escenarios que se muestran adversos para el altercado que preconiza el Partido Popular. Tal vez tengamos que asistir, con paciencia, a que la realidad demuestre que los españoles no quieren rictus amargos y enojados, actitudes hostiles y videos de revancha. Pero esa palabra la tienen los ciudadanos.