Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

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LO MÁS difícil de predecir es el futuro y por eso no se entiende el prestigio que gozan los adivinos con bola de cristal ni los profetas con harapos. La muerte de Juan Pablo II, que no ha podido sorprender a nadie y menos a quienes aspiran cautelosamente a suplirle, ha cambiado en muy pocas horas el inmenso dolor por la enorme intriga. Estábamos hablando del informe oficial que admite que Estados Unidos se equivocó «absolutamente» sobre Irak, ya que nunca tuvo armas de destrucción masiva y sólo alfanjes, pero ahora sólo se habla del sucesor del Pontífice. Todo lo demás ha pasado a ese segundo término donde nunca llegan los focos. Entre nosotros, país de pícaros vocacionales, se ha detectado un sistema electrónico para manipular los tacógrafos de los camiones para que el conductor altere la velocidad y los descansos con un mando a distancia y otro sistema electrónico para manipular los tacógrafos de la Historia, para manipular la verdad con otro mando a distancia, pero nada de eso importa. Sólo interesa la figura del hombre que reemplazará al Papa muerto. Se hacen quinielas. Hay traductores del zureo de la paloma del Espíritu Santo y hay quienes vuelven a las profecías siniestras de San Malaquías, que por cierto no era santo. El siniestro agorero creo que vaticinó quién iba a ser el último Pastor de la Iglesia. No me hagan ustedes mucho caso. (Confieso que he leído con mayor asiduidad a Quevedo que al tal Malaquías). De ser ciertos sus augurios, al que nombren los cardenales le huele el báculo a pólvora. El baile de candidatos al solio pontificio va a ser el tema central de los días siguientes. Hay muchos papables, pero sólo uno será Papa. Yo me quedé sin favoritos desde que supe que no entraba en juego el cardenal Martini, que me caía simpático por su nombre. Ahora me gustaría que el elegido fuese el cardenal Tettamanzi, por las mismas razones fonéticas, pero me gustaría que me sorprendieran.

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