POR LA AMURA
La Gran Pirámide
EL BARRIO leonés de Eras de Renueva se ha convertido en una especie de moderna Tebas en la que cada pequeño faraón local deja su pirámide. Es el sueño hecho realidad para muchos arquitectos que han podido dejar su sello sin problemas de espacio ni presupuesto. Comenzó el entonces presidente Lucas con un mausoleo de vidrio, mármol y un gigante cilindro hueco en el centro. Alegoría de esta comunidad, se supone. Le siguieron otros muchos, como el mecano del Eren, el esqueje de rascacielos del Edificio Europa, el Auditorio Ciudad de León o el Centro del Fuego. Pero la obra culminante es la pirámide que acaba de abrir sus puertas con una fachada caleidoscópica que se presenta como crisol de la modernidad y proa de las vanguardias, el indicador de las tendencias futuras que atraerá como a peregrinos desde todo el mundo a profetas de la sensibilidad. Ya llegaron los primeros el día de la inauguración, con estilizadas gafas Gucci y camisas de Dolce & Gabbana combinadas en el mismo tono que el resto del atuendo, au pair , que se llaman estos uniformes que hoy visten quienes se suponen contrarios a toda uniformidad. El arte moderno es pura paradoja. Y se fueron a cenar culis de foie al aroma de eneldo en un loft ambientado con música progresiva de fondo, velas y cañones de luz indirecta de color para realzar los orgullosos muros de la vieja azucarera, esa Gran Pirámide que espera paciente y se sostiene en precario hasta la llegada del faraón que se decida por fin a cruzar el Nilo.