Una de cal y otra de arena

TENGO unos amigos que, al tomar una copa, brindan y se preguntan: ¿Hay motivos?. Siempre hay motivos para tomar una copa y para el brindis. Acabo de pedir un Ballantine's y lo levanto para felicitar a la Junta de Castilla y León y a la del Principado de Asturias por la reunión y los acuerdos de anteayer. Dos Vicentes, Herrera y Álvarez Areces, iniciaron una relación que debió existir siempre. En la reunión acordaron defender intereses comunes de las dos comunidades autónomas, en las que, además, el principal beneficiado es León. Esos elementos comunes van desde el rescate progresivo del peaje en la autopista del Huerna, hasta la autovía que unirá Asturias con Ponferrada, pasando por Villablino; un puerto seco en el Cetile de Chozas, la necesidad de defender conjuntamente las ayudas europeas, aunque las dos comunidades salgan de la casilla Objetivo 1 de la CE, y el consumo del carbón autóctono, o buscar un trazado alternativo a la línea de alta tensión entre Lada y Velilla del Río Carrión. O sea, que como aperitivo para una primera reunión, lo que sobraban eran temas. Debió faltar tiempo. Es evidente que todos esos asuntos, y otros muchos más que quedan en el tintero, son vitales para la provincia de León. Por eso, además de felicitar a los dos Vicentes debemos felicitarnos los leoneses. Y no sólo por la reunión y los acuerdos, sino porque se pone fin a una inercia aznarista, según la cual la Junta no se relacionaba con las comunidades autónomas limítrofes, sobre todo si estaban gobernadas por un partido de distinto signo, lo cual, además de absurdo, resultaba totalmente perjudicial para nuestros intereses. Y después de la de cal, la de arena. El gobierno de la Comunidad de Madrid parece no tener remedio. Desde que se constituyó bajo la sombra de la traición de Tamayo y Sáez, va de disparate en disparate. Le florecen los escándalos de corrupción urbanística en los ayuntamientos periféricos con directa implicación del gobierno de la Comunidad. Ha puesto al servicio del partido una excelente televisión autonómica, Telemadrid, y la ha desprestigiado hasta convertirla en un tebeo aznarista. Esperanza Aguirre ha convocado a la ultraderecha a manifestarse contra el Gobierno socialista utilizando el terrorismo como pretexto. Se obstina en desprestigiar al alcalde de Madrid, de su propio partido, además de un excelente corregidor que gana elecciones sin que se las repitan. Ahora bien, todo palidece ante la última hazaña. Es la más gorda. El consejero de Sanidad, Manuel Lamela, se dedica a desprestigiar la sanidad pública que él gestiona, a perseguir a los médicos que él dirige, empezando por el hospital de Leganés. Les acusa mentirosamente de aplicar la eutanasia. ¿Cuál es el objetivo?. Quizá privatizar parte de la asistencia sanitaria de Madrid, que hasta que llegó este gobierno autonómico, estaba considerada como de las mejores de España. Han conseguido poner en pie de guerra a todos los sanitarios de Madrid. Ya sabíamos que Esperanza Aguirre, desde que pasó por el MInisterio de Educación, estaba a medio camino entre el fundamentalismo y la insensatez. Parece claro que ha transmitido esos virus a sus consejeros. A su lado se convierten en kamikazes políticos.