Diario de León

EN EL FILO

La pregunta del lunático

Publicado por
JOSÉ MARÍA CALLEJA
León

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EN UNO de sus habituales ataques de demagogia, Ibarretxe decía que había que preguntar a los gallegos que viven en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) sobre su nivel de vida, seguro como estaba el lunático de que todos contestarían que viven bien. No sé qué me produce más cansancio en este sujeto, si su tono fascistoide, su incapacidad para escuchar, hablar, entender, todo lo que no sea su discurso místico y populista, o el desprecio continuo al que somete a las víctimas del terrorismo nacionalista vasco. Tiene este individuo un concepto sobre el vivir bien que le equipara con Franco. Aquel otro caudillo solía argumentar, cuando se le decía que en España no había libertad, que se habían instalado muchos teléfonos, construido muchas carreteras, inaugurado muchos pantanos y que los españoles empezaban a comer pollo y a ver la televisión. Algo así le pasa al lunático. Le dices que en la CAV la oposición vive escoltada, que se ha asesinado durante años a las gentes del PSOE y del PP, que miles de vascos se han tenido que ir de su tierra para no ser asesinados, y contesta que pregunten a los gallegos sobre sus condiciones materiales de vida. Bien, acepto ese pulpo como animal de compañía, aunque sea durante unos segundos, y... me voy a preguntar a un gallego. Su nombre es Ángel Facal Soto, desconocido para casi todo el mundo, su padre regenta el gasolino que transporta a los vecinos de Pasajes, localidad guipuzcoana que acoge el mayor número de gallegos de la provincia, de una margen a otra de la ría de Pasajes. El gasolino, un barcucho en el que no caben más de veinte pasajeros, y los servicios de práctico del puerto son de la familia Facal. Ángel tenía la costumbre de tomarse todos los días, a la misma hora, en el mismo sitio, un bocadillo. A eso de las siete, se sentaba a la puerta de un bar de Pasajes y se apretaba un bocata con parsimonia. El 28 de febrero de 1985 unos criminales de ETA le dieron un tiro en la cabeza mientras se comía el bocadillo. Casi sin bajarse de una moto, los miembros del grupo «Oker» de ETA, al que perteneció Idoia López Riaño, dispararon sobre aquel ciudadano indefenso y solitario. Su delito es que, además de los bocadillos de tortilla, le gustaba también fumar canutos de chocolate. Se pasaba el día más o menos colocado y eso hizo que el grupo terrorista viera en él una especie de cartel de la droga a la que, en su campaña demagógica, había que combatir. Su asesinato, como el de tantas otras víctimas del terrorismo nacionalista vasco, tuvo poca repercusión en la CAV y sólo nos acordamos de él periodistas muy cafeteros, como un servidor, que pude ver a Angel Facal Soto con un tiro en la frente, tumbado en el suelo, rodeado de sangre, patético en su soledad en espera de un juez . Lo tiene complicado Angel Facal, nada menos que contestar a la pregunta del lunático. Es lo malo de la muerte, que le quita a uno las ganas de todo.

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