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Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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COMPRENDO que hoy no debiera hacer otra cosa que reflejar en este espacio la emoción de ayer: el mundo, visible en su despedida a un gran hombre; todo el poder terrenal, rendido en homenaje al Vicario de Cristo fallecido; el testimonio de gratitud al personaje más decisivo del último cuarto de siglo; centenares de millones de espectadores del hecho religioso más ecuménico de cuantos la visto la humanidad; el universo, convertido en aldea global que despide a un vecino, gracias a la tecnología; y al fondo, el pueblo creyente, en zapatillas y pantalón vaquero que, por encima de protocolo y rituales, reclama para Juan Pablo II el honor de la santidad. Grandes momentos para no olvidar. E inmediatamente después, un símbolo: las máquinas que empezaban a limpiar el pavimento; cientos de palomas buscaban los restos de alimentos de los peregrinos; la soledad de la cripta donde ya descansa el Papa; los aviones que despegan hacia todos los rincones del mundo; los cardenales que meditan el perfil del sucesor; el silencio; la emoción, convertida en recuerdo; la vida, que vuelve a su carril ordinario; y en lo más próximo, nuestros políticos, que pasan directamente de la oración serena al mitin apasionado en Euskadi¿ Allí se dieron de bruces con la acostumbrada realidad: la lucha por el voto. Y el Estado, ante el nuevo desafío: Arnaldo Otegi, que le entrega los votos de la ilegal Batasuna a esa ficción llamada Partido Comunista de las Tierras Vascas. «Gol a la democracia», clama María San Gil. «Estamos investigando», dice el Fiscal General. Complejo problema para juristas. ¿Se puede promover la exclusión de una lista por el hecho de que Batasuna le otorgue sus votos? Leámoslo de otra forma: si Otegi votase al PNV, ¿el PNV sería ilegal? No, por ese lado hay indicios, pero no pruebas. Y algo más: si ese partido es legal, si no ha sido ilegalizado por la Ley de Partidos, ¿cómo se puede impedir su presentación a las elecciones, si no propugna directamente el delito? Más sendas de investigación ofrece lo que también dijo Otegi: el PCTV es «la única opción legal que está en absoluta sintonía con el proceso de superación del conflicto político y armado que plantea Batasuna». No descarto que sea una chulería para justificarse y provocar la actuación de los jueces: así podrán seguir hablando de represión. Tampoco descarto que Batasuna, simplemente, desee contar cuántos seguidores le quedan. Pero, en todo caso, ¡qué lección para Ibarretxe! Hizo lo imposible para quedarse con el electorado abertzale. Desobedeció tribunales, desafió autoridades, sedujo a Otegi, y al final se queda sin su apoyo. Quizá esto le haga volver su mirada a la Ciudad Eterna: «Roma no paga traidores».