Diario de León
Publicado por
MIGUEL A. VARELA
León

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YA NADIE cuenta historias de miedo y aparecidos junto al fuego del hogar: la vitrocerámica no tiene el mismo encanto y el parpadeo cálido de la llama que ambientaba los relatos del abuelo ha sido sustituido por el hipnótico mueble parlante al que vamos entregando nuestras neuronas. Ahora las historias de miedo circulan a velocidad de vértigo en forma de rumor transformado en leyenda urbana que asusta a los niños, estremece a los adolescentes, alarma a educadores y padres y crea un clima de psicosis colectiva que hace saltar las alarmas de policía y medios de comunicación, desbordados por angustiados ciudadanos que preguntan por cadáveres sin órganos, por secuestros y desapariciones, por crímenes rituales que extraen los ojos de víctimas que nadie ha visto, sencillamente porque no existen. Es nuestro particular sacaúntos o sacamantecas del que se habla estos días con temor atávico en las colas del supermercado y a la salida de los colegios. Dicen los que algo saben de esto que el sacamantecas de Ponferrada nace de la coincidencia de varios sucesos luctuosos seguidos, como son tres suicidios en quince días -muy habituales en estas fechas y en los que siempre funciona el efecto dominó- a los que se suma el reciente juicio por intento de asesinato a José Monteagudo, reincidente autor de dos crímenes que dejaron huella en el imaginario colectivo de la ciudad, histéricamente despertado esta semana en la que la muerte de un contradictorio anciano en Roma se ha convertido en espectáculo global para un mundo necesitado de líderes espirituales a los que puedan mirar por encima de los fantoches líderes reales.

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