EL RINCÓN
Usted primero, señora
EL GOBIERNO permitirá la discriminación favorable a la mujer en el trabajo. Un cambio muy brusco, ya que hasta ahora lo que venía permitiendo, ignominiosamente, era que cobraran menos que los hombres aunque realizaran los mismos trabajos durante las mismas horas. Largos años llevan las mujeres luchando por la igualdad laboral, pero ahora se van a encontrar con una situación que excede a sus aspiraciones. El borrador de Ley de Promoción de Igualdad entre Hombres y Mujeres establece que «se dará preferencia en caso de que se encuentren en las mismas condiciones». No recuerdo en este momento quién dijo eso de que la mujer será realmente igual al hombre el día en el que se designe a una mujer incompetente para un puesto importante, pero sé que estamos avanzando mucho en ese camino. Ya se propone que la justa equiparación de los trabajos incluya también la paridad de las tareas domésticas. En principio, las mujeres y los hombres están dotados de un modo muy parecido para el adecuado manejo de una fregona. ¿Por qué no van a gozar de las mismas oportunidades para llegar a ser unos virtuosos? Lo propio sucede con tantas y tantas minúsculas e imprescindibles ocupaciones caseras. Ser ama de casa, o amo, es el cuento de nunca acabar, ya que hay que empezar inmediatamente después de haber finalizado. «No se nace mujer, se nace persona». Eso sí me acuerdo quién lo dijo: fue Simone de Beauvoir, en El segundo sexo . Hay quienes creen que la igualdad plena no se habrá conseguido mientras el número de hombres que matan a sus mujeres no sea el mismo que el de mujeres que matan a sus maridos. Tampoco estaría mal que las hijas primogénitas de los reyes pudiesen acceder al trono, sin necesidad de esperar el nacimiento de un varoncito, o que una señora pudiera decir misa o estuviera facultada para perdonar los pecados. Tengo entendido que, tanto los capitales como los provinciales, abundan.