NUBES Y CLAROS
Pequeña gran letra
Si lo importante de los contratos y las tarjetas de crédito es la letra pequeña, a menudo lo más interesante de un periódico no está en los grandes titulares de polémicas infladas o inflamadas por los intereses ajenos a la situación que se debate en sí. Quizá esté en un titular escondido, tristemente reducido a un breve, relegado a las últimas páginas. Ocurrió de nuevo ayer. La penúltima página de un periódico escondía un comentario breve con la foto de un hombre pegado a un microscopio, bajo el título general «Se habla de»: «Murió el vacunólogo Hilleman». No me las voy a dar de erudita, ni me suena el nombre, ni creo haber visto nunca el rostro que sólo se adivinaba entre las lentes del instrumental científico. Pero me picó la curiosidad. Maurice Hilleman resultó ser nada menos que el biólogo que desarrolló las vacunas contra la hepatitis, el sarampión, las paperas, la rubeola y la meningitis. Cómo alguien que ha contruibido a mejorar tanto la calidad de vida del mundo (al menos del mundo que tiene acceso a las medicinas), alguien que nos ha permitido pasar estas enfermedades con la tranquilidad de lo conocido y lo rutinario, y no con el miedo a la muerte que las había acompañado durante siglos, queda olvidado en una nota de relleno. La trascendencia de la labor y la vida de un hombre relegada a un condescendiente y breve obituario. Mientras dedicamos páginas a las facturas del príncipe de los excesos, y otras vidas vacías de interés general, cada día mueren en el anonimato personas que han impulsado un paso en el avance de la humanidad. ¡Qué importa! El Barça-Madrid fue un gran partido.