Higiene

SALVO EL COMPROBAR la evolución en positivo o negativo de las principales fuerzas políticas del País Vasco, las elecciones autonómicas que hoy se celebran en esa comunidad no aportarán, previsiblemente, cambios significativos en cuanto al partido hegemónico que, en solitario o en coalición, viene gobernando Euskadi desde el principio de los tiempos democráticos. El impacto que pueda tener en el electorado claramente independentista la lista del Partido Comunista de las Tierras Vascas, que combina a duras penas el internacionalismo de la dictadura del proletariado con las tesis más tibias sobre la lucha armada, unido a una clara relajación de la población en un clima que no repite el histerismo frentista de hace cuatro años, no llegarán a impedir una victoria de la coalición PNV-EA, pero dificultarán claramente una mayoría absoluta que Ibarretxe había soñado como colofón del suicida salto adelante ejecutado en esta legislatura. Pero la existencia de un nuevo grupo gobernante en el País Vasco es una necesidad, que quedará insatisfecha, de pura higiene democrática. Si un sistema basado en la alternancia en el poder no cumple su premisa básica, el olor a podrido y la endogamia del sistema pueden llegar a ser insoportables. Aunque también es cierto que ese mismo esquema argumental es perfectamente aplicable a otras comunidades, bien socialistas como Andalucía o Castilla-La Mancha, bien populares como Galicia o la nuestra, donde la permanencia del mismo grupo político en el poder durante un larguísimo periodo no beneficia que el panorama se ventile.