EL BALCÓN DEL PUEBLO
Trípode para la reflexión
LOS OJOS POLÍTICOS e institucionales de España miran hoy a Euskadi. Los ciudadanos/as del País Vasco -un total de un millón setecientas mil personas con derecho a voto- acuden a las urnas para elegir a los setenta y cinco diputados que forman y conforman el Parlamento autónomo. Unas elecciones decisivas. Y de pronóstico incierto. Desde la distancia, todo invita a esta lectura: no habrá derrumbe del nacionalismo, pero es casi seguro que no alcanzará la mayoría absoluta; los socialistas aumentarán considerablemente el número de votos hasta alcanzar la condición de segunda fuerza política; bajarán los populares y es una incógnita la candidatura del Partido Comunista de las Tierras Vascas apadrinada por los batasunos. Lo demás es residual. En todo caso, son unas elecciones que se celebran después de rechazado el Plan Ibarretxe y después de fracasada la estrategia de confrontación que diseñó hace cuatro años José María Aznar y abanderó Jaime Mayor Oreja, con el respaldo de Redondo Tarreros. Un dislate. Si se confirma el escenario, los partidos políticos vascos tendrán que reiniciar de nuevo un diálogo en el que se tracen las fórmulas de convivencia entre todos los vascos y dentro del marco de la Constitución española. Porque además puede ser, y debería ser, la legislatura para el fin de ETA y del terrorismo. De ahí que todos los ojos de España miren hoy a Euskadi. Otros dos temas se me antojan como importantes para la reflexión en este Día Mundial de la Voz: el trasvase de las aguas del embalse de Riaño y los llamados papeles del Archivo de Salamanca. Vayamos con el primero: los regantes del Carrión se dan por satisfechos. Han vuelto a repetir que las tasas eran lo de menos. Lo transcendente era garantizar el agua. Les han tomado el pelo a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) y al Partido Socialista, tras recibir una herencia envenenada del Partido Popular, y nos han tomado el agua a los leoneses. Sin embargo, el asunto no está tan claro. Falta aún por explicarse cuándo salieron a exposición pública esas concesiones y aprovechamientos y para cuántos metros cúbicos. Lo que sí está claro es el silencio cómplice de Lupicinio Rodríguez, diputado provincial del PP, dirigente del sindicato agrario Asaja y presidente de la Comunidad de Regantes de Los Payuelos, cuyos campesinos pueden ser los mayores perjudicados de la operación. La historia, digo, está todavía sin cerrar. Y sin cerrar continúa el asunto del Archivo de Salamanca, pese al acuerdo adoptado por el Gobierno en el último Consejo de Ministros, celebrado el pasado viernes. Un acuerdo por el que va a salir ganando la Generalitat de Cataluña, que recupera documentos de su propiedad, y Salamanca, que va a contar con un gran centro sobre la Memoria Histórica. Triplicará los fondos del actual archivo. Que una parte mínima de ellos no sean originales, sino fotocopias, es algo que les importará un bledo a los investigadores y a los propios salmantinos. El que no tiene fácil salir de la guerra en que se metió es el Partido Polular. Ha instrumentalizado partidistamente a la Junta de Castilla y León en una batalla con poco o ningún sentido.