Diario de León
Publicado por
JAVIER TOMÉ
León

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EL RITUAL de leer un periódico exige una liturgia muy personalizada, pues se suceden las noticias que nos cuentan los tintes más gruesos de la vida con otros divertimentos que andan rondando el borde de las páginas de actualidad. Refiriéndonos a fechas pasadas, lo normal era ojear kilómetros y kilómetros de papel dedicado al Papa y al más mundano Rainiero de Mónaco. Yo, personalmente, suelo buscar acto seguido las reseñas deportivas para deleitarme con las hazañas de Zidane, al que muchos también consideramos un dios del fútbol. Y luego, supongo que empujado por los diablillos que bailan en mi psique, entro a saco en la crónica negra que recoge los últimos excesos protagonizados por la roña de la sociedad. Una sección ilustrativa por demás, donde aparecen personajes tan ilustres como El Latillas, un ladronzuelo palentino que se dedica a asaltar casas acaparando latas de fabada, mejillones y calamares en su tinta. O la piadosa actuación en la franja de Gaza de un autotitulado «comando antivicio», que ejecutó a tiros a una joven palestina de 22 años por el grave delito moral de pasear con su novio por la playa, en lo que supone una constatación en toda regla de que algunos siguen siendo más brutos que la porra de Blas. A mi me cae más simpática una viejecita inglesa, bautizada con toda justicia por la prensa como la «abuela ye-yé», que condimentaba los pasteles que vendía a sus amigos con polvillo de cannabis. O sea, que ibas a probar el pudin de doña Patricia y salías con el cerebro hecho un polvorín, creyéndote el batería de los Rolling Stones. Otra que se merece el cielo.

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