AQUÍ Y AHORA
El pisito
UN APARTAMENTO de 30 metros cuadrados es pequeño según para qué: sin duda para una familia, pero no para una pareja joven o para el que recién se emancipa y abandona la casa familiar. El Partido Popular, no obstante, ha decidido que las viviendas pequeñas de protección oficial que va a promover el Gobierno están destinadas a las familias numerosas, y a partir de ahí, de ese tosco engaño, de esa sólida mixtificación, ha compuesto su última cruzada contra el Gobierno. El problema no es que haya pisos de 30 metros a precio asequible o, cuando menos, razonable, sino que las prometidas viviendas más grandes de protección oficial no se vean por ninguna parte. El que pagó hace dos años la monstruosidad de 40 millones por un pisucho no se rebela porque vive imbuido de la quimera según la cual podría venderlo hoy por 60, esto es, que la propia víctima de la dictadura del ladrillo se escinde en verdugo, resultando una esquizofrenia social que, en última instancia, mantiene a la población endeudada de por vida y a los jóvenes en casa de los papás hasta los 40 años. Si algo debe combatir con todas sus fuerzas un gobierno democrático y garantista es la especulación, que, entre otras cosas, destruye la relación lógica entre la oferta y la demanda, y si alguna obligación prioritaria tiene es la de atender al dictado constitucional del derecho de todos a una vivienda asequible y digna. Pisitos, sí, por supuesto; pero pisos también. El dilema, visto desde la óptima de la justicia social, se resuelve así automáticamente.