Diario de León

LA VELETA

Desempolvar el Vaticano II

Publicado por
FEDERICO ABASCAL
León

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BENEDICTO XVI expuso ayer algunas líneas programáticas de su mandato, y el catolicismo español las ha valorado muy positivamente. Se trata del primer mensaje del nuevo Papa hacia el mundo exterior desde la suntuosidad ceremonial que el Vaticano ha venido exhibiendo mediáticamente desde la muerte de Juan Pablo II. En ese mensaje se aprecia un hilo de continuidad y un anuncio de cambios. Un cambio sería la recuperación de algunos principios del Concilio Vaticano II que permanecían más bien hibernados. Como alemán de nacimiento y formación, Benedicto XVI conoce muy bien la reforma protestante y los motivos, más bien de vanidad y de absurdos rencores, que dividieron el Oriente y el Occidente de la Cristiandad, aprovechando una situación histórica determinada. Junto a la consideración de los jóvenes como interlocutores privilegiados en la Iglesia, siguiendo fielmente a Karol Wojtyla, el nuevo Papa va a dedicar su primer empeño a la reconstrucción de la plena y visible unidad de todos los seguidores de Cristo. Fuera del Vaticano se extiende una Iglesia católica sin fronteras, con asentamientos confesionales desde China a la Antártida, desde Lisboa a San Francisco, desde Groenlandia a Cabo de Hornos, y en Latinoamérica especialmente aumenta la feligresía cristiana, pero de inspiración evangélica, aunque la población católica sigue firme y con un sentimiento de distancia respecto a Roma. El primer mensaje de Benedicto XVI no ha sido una homilía durante la misa concelebrada ayer en la Capilla Sixtina sino unas breves palabras, en latín por supuesto, sobre su intenciones iniciales. Monseñor Carlos Amigo, cardenal arzobispo de Sevilla, decía que del nuevo Papa deben esperar «las mejores cosas», por su espíritu reconciliador y dialogante, y su cabeza privilegiada, y añadía que muy pronto va a difuminarse la silueta de Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe que caracterizaba al cardenal Ratzinger por su forma auténtica de ser, su manera de actuar, de relacionarse con las personas... El simple anuncio de desempolvar los legajos que recogen conclusiones del Vaticano II supone un deseo de reabrir, al menos en lo que al régimen interno de la jerarquía se refiere, ventanales que permanecían cerrados. A los fieles católicos, por otra parte, les agrada que la máxima autoridad de su Iglesia defina clara y minuciosamente la doctrina ortodoxa, y no sólo para cumplirla sino para interpretarla flexiblemente de acuerdo a las circunstancias especiales que se dan en tantas partes del mundo.

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