Chicas de alterne

EN LOS soportes publicitarios de propiedad municipal que sarpullen, como cutre mobiliario urbano, en la ciudad de Murcia, se exhiben anuncios de un puti-club que, sobre la foto de una muchacha oferente y en bolas, contiene la siguiente leyenda: «Pétalos (el nombre del club de alterne). Tu copa a flor de piel». Semejante publicidad, que también recorre la ciudad pegada a los costados de los autobuses, lleva cuatro meses suscitando repudio e indignación entre la gente sensible, pero, siendo en efecto una propaganda de pésimo gusto que reduce la imagen de la mujer a la condición de criada sexual del varón adicto a la intimidad de pago, yo le diría a los escandalizados vecinos de Murcia que lo verdaderamente escandaloso no es que se publicite la prostitución o alguna de sus modalidades en soporte municipal, que tiene lo suyo, sino que sobreviva, ante la indiferencia social, esa vieja práctica de explotación que despoja a la mujer del dominio y del disfrute de su cuerpo, que menoscaba su dignidad y que genera esclavitud, secuestros y otra serie de violencias. Lo que apena es la realidad embrutecedora de la prostitución, la nula atención institucional que las rameras reciben y la falta de alternativas laborales, culturales y sociales que faciliten su abandono de esa práctica que, en puridad, sólo las daña a ellas a cambio de un pan que únicamente les augura hambre para mañana. No es cosa de quedarse, pues, en esa punta de iceberg de los carteles municipales y espesos, pues si nos quedamos ahí pareceremos hipócritas, «gente de bien» que sólo aspira a no ver, en vez de que a desaparezca lo que le molesta.