Alcaldes coherentes

MENOS MAL que la mayoría de los alcaldes del PP van a celebrar uniones homosexuales. Y que el partido ha ped ido disculpas a estos «tarados y deficientes», como los calificó el regidor de la localidad catalana de Pontons a quien, por cierto, han expulsado. Menos mal que la mayoría de los alcaldes no se ha sumado a la cruzada de intolerancia y que vamos a ver cómo aquí nadie se salta las normas. Por lo visto, todavía quedan quienes acceden a las alcaldías con el único objetivo de ser los reyes del gallinero. Decidir qué constructor levanta torres, qué amigo se beneficia del contrato de la recogida de basura y qué sobrina coloca de administrativa. Aún quedan quienes están en las alcaldías para viajar en coche oficial, tirar de la visa del ayuntamiento y hacer giras por medio mundo con la disculpa del intercambio cultural. Pero poco más. Porque alcaldes tenemos que desconocen cuáles son sus obligaciones. Desconocen que han de asumir las reglas de un Estado de derecho. Y desconocen también que la Iglesia católica dicta unas normas morales que nada tienen que ver con el funcionamiento del país, ni con los deberes que adquieren quienes se dedican al servicio público. Aquí nadie obliga a nadie a nada. Aquí, que se sepa, no obligamos al alcalde de Santiago Millas a seguir siendo alcalde. Ni al de León, Valladolid o Logroño. Pero lo que sí exigimos es que los que quieran serlo cumplan con las reglas del juego que nos hemos marcado. Puede la Iglesia llamar a la insurrección. Y puede el alcalde que lo desee seguir ese llamamiento. Pero desde su casa. Porque, si su conciencia le impide celebrar un unión gai, le impedirá también mirar hacia otro lado mientras en su salón de plenos dos «tarados y deficientes» unen sus vidas. Así que vamos a poder comprobar si además de conciencia estos alcaldes tienen dignidad y coherencia. Porque si la tienen se irán pronto para sus casitas.