Rifirrafe permanente

ES LÓGICO que las dos grandes fuerzas políticas parlamentarias, la del Gobierno y la de la principal oposición, estén perpetuamente a la greña y nadie debe extrañarse por eso. A la mayoría le corresponde tomar decisiones y a la minoría, las también relevantes funciones de contradicción y control, que garantizan que aquélla no se extralimitará y que la opinión pública tendrá ocasión de contrastar que los problemas no tienen, generalmente, una única solución. Pero en ciertos períodos de la vida política, como el que estamos atravesando actualmente, el rifirrafe es tan continuo y son tan inanes los temas que generan controversia que la ciudadanía se hastía. En este clima, ya no se distingue lo principal de lo accesorio, los asuntos de Estado de las trivialidades.