EL RINCÓN
Buena vecindad
LO DIFÍCIL es llevarse bien con los cercanos. Nadie discute con la gente que no conoce y a lo más que llega, si tiene muchas ganas de discutir, es a ocupar un sitio en esa sección que tienen ya todos los periódicos llamada Cartas al director. A veces, nuestros diplomáticos, que no son todos como el señor Moratinos, comentan discretamente diversas situaciones, casi todas susceptibles de mejoría, y hablan de «las buenas relaciones con el Japón». La verdad es que tendrían que poner mucho interés ambas naciones para llevarse mal. Los conflictos se dan siempre con los vecinos. Han sido numerosos a lo largo de la Historia con Francia y con Marruecos, pero ahora corren otros tiempos y corren que se las pelan. La vicepresidente primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha dicho en Rabat que Marruecos «es eje fundamental de la política exterior del Ejecutivo que dirige José Luis Rodríguez Zapatero». Algo es algo y si no estamos en el mejor momento de nuestras relaciones ni con los Estados Unidos, ni con el Estado del Vaticano, nos conforta saber que existe un gran acercamiento con el reino alauí. La verdad es que parece que ha regresado Tarik. La comunidad islámica en España ha llegado a las 700.000 personas y se habla mucho de personajes de allí. ¿Quién no conoce las andanzas de El Tunecino? No digamos de Abu Dahdah, el presunto jefe de Al Qaeda. También de Yusf Galán. Coinciden estas nombradías con el intento de lograr un acuerdo pesquero con Marruecos, que nos vendría muy bien, pero que, como todos los acuerdos, conviene que le venga bien a las dos partes. Es conveniente tener buenas relaciones con los vecinos, incluso con los de nuestra comunidad. El consejero de Economía y Hacienda de Andalucía, José Antonio Griñán, calcula que los inmigrantes generan el 10 por ciento de la riqueza andaluza. El otro 90 por ciento no se sabe quiénes la generan.