CANTO RODADO
León
LEÓN oscila, como un péndulo incesante, entre la idea sentimental, algo almibarada y romántica del Viejo Reino y la estridencia de pertenecer a una comunidad llamada Castilla y León, en la que León aún no está ubicada porque no se la reconoce. Es sencillamente invisible. Más bien se la «ningunea» y «humilla» por utilizar términos de rabiosa actualidad en la plaza mayor pucelana. El gobierno autonómico enjuga las estadísticas con «medias» de las que deduce que la comunidad se recupera de la pérdida de población, obviando por completo la precaria situación de León. Hay que felicitar al servicio de estadístico por ofrecer los datos con rapidez y, sobre todo, con perspectiva. Así nos dimos cuenta de que ahora Valladolid tiene tantos habitantes como León hace nueve años. Desde luego, esta observación no figura en el análisis -puro autobombo- que realiza la Junta en su página web sobre la evolución demográfica. En sus conclusiones sólo cabe la realidad «media» de la comunidad, no la realidad individual de cada provincia que, visto lo visto, no cuenta. León pierde otros 1.500 habitantes en el 2004 -seguramente la mayoría universitarios en busca de futuro- y la Junta no hace ni la más mínima reflexión -no ya autocrítica, eso es mucho pedir- sobre qué está pasando aquí. La Junta no se da cuenta de que con esa manera de ver León (ignorando a León y sus problemas) alienta y alimenta la identidad leonesa en torno al agravio. León les queda cada día más lejos.