Diario de León
Publicado por
FERNANDO ALLER
León

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LA PRESENCIA de José Luis Rodríguez Zapatero en León y la reiteración de su compromiso con la provincia ha venido a poner un punto luminoso a una semana marcada por más sombras que luces desde el punto de vista informativo. La recopilación de titulares resulta elocuente: por noveno año consecutivo la provincia pierde población, hemos logrado igualmente el deshonroso récord nacional en la pérdida de actividad, aumenta el paro cuando en el resto de España baja (ni siquiera el efecto del cambio estadístico nos sonríe como a otros) y Antibióticos, buque insignia de nuestras glorias industriales pasadas, anuncia el despido definitivo, no temporal, de 170 trabajadores, sospechoso preludio de un cierre definitivo si un comprador no lo remedia. Y entre tanto, nuestros políticos han montado una gran bronca por cuestiones de protocolo. Afortunadamente la cordura llegó a tiempo y una conversación telefónica entre los presidentes Zapatero y Herrera solventó in extremis lo que se presentaba como crisis institucional, sospechosamente alentada sino provocada, por quienes entienden la política como juego de intereses particulares en reducidos patios de vecindad, corralitos de los que hace tiempo se han excluido (pero ellos no se han enterado) el común de los ciudadanos. En medio de este desolador panorama, el anuncio de Montilla ante el Consejo de Ministros de que ya ha iniciado las actividades para la creación del Inteco en León fue recibido con el natural alborozo. No hay cifras concretas en estos primeros pasos. Únicamente se manifiesta la voluntad política de que León albergará el Instituto de Tecnologías de la Comunicación, un «instrumento para desarrollar la sociedad del conocimiento y el desarrollo tecnológico en la comunicación», con la vocación expresa de converger con Europa en esta materia, fundamental para los países desarrollados. El Inteco, que inicialmente comenzará a funcionar en la recientemente cerrada sede del Banco de España, con encargos de la propia Administración, se configura también como polo de atracción de empresas privadas que pretendan trabajar en el mismo campo, en el ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación. La presencia en León del presidente de Telefónica, César Alierta, para anunciar la inversión de seis millones de euros y la creación de más de seiscientos empleos en el polígono industrial de Trobajo del Camino, de los cuales una tercera parte tendrán cualificación profesional muy elevada, supone, más allá del proyecto empresarial así cuantificado, un indudable espaldarazo al Inteco. Desde la oposición política se trata de restar importancia al anuncio. Sin embargo, no es valadí el hecho de que la mayor compañía de España, y una de las más relevantes en el panorama mundial de las comunicaciones, siga con diligencia las indicaciones del presidente Zapatero. Telefónica restituye de momento aquello que hace unos años se llevó de León al parque de Boecillo de Valladolid. Ahí está en el Polígono 10 un edificio desahuciado como símbolo del pasado triste. Pero esta circunstancia del pasado, lamentable, no puede impedir la justicia en el reconocimiento por la apuesta de presente y de futuro. Apoyo al Inteco en el que han de estar todas las administraciones. Una buena oportunidad para que siguiendo los pasos de Zapatero, Juan Vicente Herrera conduzca también hacia León el anunciado proyecto de Microsoft. No representa la ubicación un salto en el vacío y la ausencia de la compañía americana en esta apuesta por convertir a León en referente nacional de las nuevas tecnologías en materia de comunicación, seguramente no sería bien entendida por los ciudadanos. Habría que explicar muy bien qué razones de peso, en el caso de que existan, pueden propiciar un asentamiento diferente al de León en estos momentos. Y si desde el punto de vista técnico no existen razones, desde la perspectiva política resultaría aún más incomprensible. Los datos a los que hacíamos referencia más arriba, así lo indican. El diagnóstico que reflejan los últimos datos estadísticos, presentan a la provincia en una situación de coma, únicamente reversible si existe voluntad de todos los políticos, no interferencias. Francisco Fernández advertía días atrás del riesgo de que alguien se dedique ahora a introducir palos en las ruedas para que el carro no ande. Evidentemente sería un error que no pasaría desapercibido para nadie. En la misma comparecencia ante los periodistas, Fernández, conocedor sin duda de los anuncios que se avecinaban, ligó públicamente su futuro político, su candidatura a la Alcaldía de León, a la creación de mil empleos en un año. En realidad, lo que hizo fue reconocer algo que sin duda ocurrirá: las elecciones municipales las ganará o perderá en León José Luis Rodríguez Zapatero. Para bien y para mal, Fernández tiene ligado su futuro político al cumplimiento de las promesas del presidente del Gobierno. Y si resulta evidente que el futuro pasa por apuestas industriales con férrea voluntad política, no es menos cierto que tampoco se puede dar un paso atrás en aquello que aún queda. Así se lo explicaron los sindicatos a Zapatero al expresar la preocupación que sienten por el plan del carbón. Hace quince años, el PSOE puso en marcha, urgido por la Unión Europea, la reconversión del sector minero del carbón. El PP persistiría con el mismo ahínco en la política devastadora de una riqueza fundamental para la provincia. Desde aquellas fechas, las cifras han menguado progresivamente y no se ve el final de esta agonía. Es verdad que el panorama energético internacional en estos momentos resulta positivo para el carbón (un país tan hipotecado como el nuestro no es libre) y que las reservas estratégicas de los recursos propios han de fijarse al alza. Razones que se suman a otros motivos incuestionables: las zonas mineras necesitan que persista el apoyo institucional para que las dunas de la ineficacia, de la despoblación, no continúen avanzando en esas zonas mineras en otro tiempo boyantes y orgullosas de sí mismas. Zapatero visita mañana el Bierzo. También allí se esperan concreciones más allá de las promesas. Se dice que la incertidumbre mata a los pueblos tanto como las guerras. El campo también necesita un panorama más despejado. Las últimas dudas expresadas en las asambleas de regantes, tienen más que ver con ese futuro incierto de la comercialización de las cosechas que con la ausencia de ganas a la hora de apostar por la tecnificación de los regadíos. El problema no es ya cómo regar, sino qué regaremos en el futuro, planteaba días atrás en voz alta un agricultor. También los campesinos demandan respuestas de aliento. Rodríguez Zapatero, cuando se anuncian cambios en la financiación europea y entre las comunidades autónomas, tiene en su provincia un auténtico calidoscopio de los retos más importantes que se presentan a España. El conocimiento, sin embargo, no es suficiente. Afortunadamente, él lo sabe.

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