Cerrar
Publicado por
JOSÉ CAVERO
León

Creado:

Actualizado:

LA SITUACIÓN originada por el anuncio de tres consejeros del Gobierno tripartito catalán de una propuesta de financiación para Cataluña ha merecido toda suerte de análisis y observaciones. Ni siquiera han faltado «análisis psicológicos» del tipo: ¿a qué responde, qué se oculta tras ese propósito de imponer para todos una fórmula nacida en Cataluña y que responde en exclusiva a los intereses catalanes? Y no falta quien advierta «evidente complejo de inferioridad». Como también en la pretendida denominación de «nación catalana», como si por origen, historia, desarrollo de la región o ADN de sus ciudadanos fuera más que las restantes tierras de España. ¿Las naciones riojana, castellanas, valenciana, andaluza, leonesa, Navarra, extremeña... tienen algo que envidiar a la prepotente Nación de Cataluña, perpetuamente maltratada por el centralismo de Madrid, y que, en la primera ocasión, arrebata a Madrid la capitalidad de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, y que no pierde ocasión para proclamar, y reclamar, que Cataluña aporta más de lo que recibe?, escuchaba quejarse a un ciudadano de excelente cultura. No hay duda de que la propuesta Maragall ha situado al Gobierno de Zapatero en una situación delicada, y bien pudiéramos decir que entre dos fuegos: entre el fuego de la desmedida ambición catalana y las llamas airadas de los restantes barones socialistas: Guerra, Bono, Ibarra, Chaves., todos los cuales repudian «la iniciativa catalana» y buscan el modo de resolver una cuestión a todas luces indeseable e inaceptable. Entre otras cosas por esa pretensión de que, nacida en Cataluña, debiera ser aceptada sin rechistar, por cuanto, con toda probabilidad, conseguirá el apoyo de todas las fuerzas catalanas. Y además, debiera servir de modelo para las restantes formulaciones que se elaboren para las restantes regiones de España. El viñetista de La Vanguardia ha expuesto con claridad lo que está sucediendo: Muestra a un Zapatero atribulado que reflexiona: «Dije: Apoyaré el Estatut que apruebe por amplia mayoría el Parlament de Catalunya. ¿Y ahora, qué? ¿Qué digo ahora?». Y alguien, desde fuera del dibujo le sugiere la solución: «Recuérdeles que usted dijo Estatut, no financiación». En eso reside la habilidad del tripartido, con ayuda de los convergentes de Artur Mas: pretenden que todo es Estatuto, también la fórmula de financiación, sin reparar en que eso es materia de toas las comunidades y del gobierno central, y que es una cuestión que deberá debatirse, negociarse y pactarse en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Los catalanes de Maragall y Carod-Rovira se precipitaron y se saltaronlos procedimientos.

Cargando contenidos...