Diario de León

EL BALCÓN DEL PUEBLO

Grandeza y riesgo de un paso histórico

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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OPORTUNIDAD histórica o nuevo fracaso. No hay término medio. Entre esos extremos se mueven las expectativas que abrió el encuentro Zapatero-Ibarretxe. Lo primero que hay que decir, para evitar equívocos, es que esa reunión no ha sido para formar mayoría en el País Vasco. Ése ha sido el detalle más pequeño. Y lo segundo es que, frente a las críticas, ambos políticos han hecho bien en mantener esa entrevista. Cualesquiera que sean los matices de los comunicados finales, es evidente que estamos ante un clima distinto. Vuelve a haber puentes entre la Administración del Estado y la vasca. El diálogo ha sustituído a la confrontación. ¿Hacia dónde vamos? No se sabe con exactitud. Está abierto un inmenso horizonte de posibilidades que desembocará en un histórico abandono de las armas, en un nuevo estatuto, en todo eso al mismo tiempo, o¿ en nada. Estamos en un prólogo, dijo Ibarretxe. Estamos al principio de un camino, largo y difícil, ante el que nada se puede aventurar. Nada que no sea la voluntad de andarlo juntos. Ese es el avance de ayer. Yo me conformaría con que, después de las dos horas de conversación, Zapatero e Ibarretxe hubieran quedado de acuerdo en la meta, en el procedimiento y en el absoluto respeto a la legalidad. Todo lo que se salga del marco constitucional no puede ser respaldado. A esa bienvenida se podría limitar este comentario, si no hubiera un factor externo: la crítica del PP. Mariano Rajoy quizá se precipitó al anticipar sus condiciones: no negociación con ETA, no diálogo con Batasuna e ilegalización de EHAK. Y ayer Acebes mostró todavía mayor dureza, en una actitud que alguien puede interpretar como de cierre de expectativas. Eso obliga a muchos analistas a recordar que Zapatero está en su derecho a buscar soluciones; que tiene toda la legitimidad para intentarlo, por extrañas que parezcan las vías elegidas; y que, además, es su obligación. Puede cometer errores; pero el máximo error sería estar ante una oportunidad histórica y no saberla aprovechar. Y hay un último aspecto discutible y discutido: la decisión de no hacer declaraciones. Mi opinión personal es que una conversación así no se puede mantener en la plaza pública, y que la discreción es condición básica para que los diálogos se efectúen lejos de una insufrible presión mediática. Pero, frente a eso, se alzan tres principios: 1) El derecho de la sociedad a saber, por lo menos, de qué se está hablando. 2) La obligación de buscar la complicidad del Partido Popular, salvo que se quiera presentarlo como enemigo de toda reforma. Y 3) La necesidad de que el proceso que se abra tenga el respaldo documentado de la opinión pública. Y ninguno de los tres se ha cumplido.

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