LA VELETA
Nueva oportunidad
NO ES la primera vez que se abre una rendija de esperanza sobre el gran problema de Euskadi, que es obviamente el terrorismo, pero nunca hasta ahora había intentado la oposición política zancadillear ningún esfuerzo encaminado a conseguir el fin de la violencia etarra, como prioridad, y la normalización de la convivencia social vasca, como principal objetivo derivado. En preludios así, no se debe disparar contra el pianista. Ayer se entrevistaron en La Moncloa el presidente Zapatero y el lendakari en funciones Ibarretxe, a petición de éste, y era tan firme el mutuo interés porque ese encuentro empedrase el futuro de diálogo, debates y acuerdos, que ambos políticos renunciaron a realizar declaraciones que, según la Lendakaritza, pudieran crear falsas expectativas o polémicas estériles. En vez de declaraciones de Zapatero e Ibarretxe, las sedes de sus respectivos gobiernos facilitaron sendos comunicados en los que pudo apreciarse que la entrevista se había desarrollado en un clima razonablemente benigno, siendo los dos talantes de mutua cordialidad, es decir, ajenos a toda crispación. Y fuera coincidencia o acuerdo, los dos comunicados ven perspectivas para la exploración de soluciones, encauzando el futuro de Euskadi por las vías del diálogo que ayer se abrían en La Moncloa. Se recoge en el comunicado de La Moncloa con cierto énfasis la colaboración que Zapatero pidió/exigió a Ibarretxe en dos ámbitos, el de la lucha antiterrorista y el del respaldo a las víctimas del terrorismo. El PP sólo tardó minutos en movilizar a la prensa para que el secretario general Acebes sembrase una serie de sospechas formuladas en forma de preguntas. «Queremos saber -dijo- si Ibarretxe y Zapatero van a sentar a la mesa a los terroristas de ETA/Batasuna y no a la víctimas, que hoy han tenido que salir a la calle pidiendo a los ciudadanos españoles que Zapatero no negocie con la organización terrorista». Aceleró un poco más Acebes su exposición de hipótesis diciendo que el Gobierno ha decidido pactar cuestiones tan fundamentales con las organizaciones más radicales, «dejando al margen a la opinión pública y al PP». Hay veces que la susceptibilidad política sirve de atenuante a actitudes nada aconsejables, pero en un asunto tan de Estado como el antiterrorismo la siembra de confusión y de sospechas, más bien acusaciones, no atenúa absolutamente nada. El presidente Zapatero lleva un tiempo avistando en Euskadi síntomas de que ETA, obviamente debilitada por la acción de las policías española y francesa, y desprovista de todo pretexto tras los atentados del 11-M, estaría acariciando su propio fin. Ninguna oportunidad de paz puede desecharse,