Diario de León
Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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NADIE que haya visitado el campo de Mauthausen olvida la sensación de angustia y desasosiego que produce el recorrido por las instalaciones del que fuera el mayor campo nazi de exterminio instalado en Austria. La escalera, los barracones, la siniestra precisión de las calles que, de derecha a izquierda, conducían a los barracones. Varios cientos de miles de personas perdieron allí la vida. En particular judíos pero también presos políticos de todos los países invadidos por los alemanes entre 1939 y 1945. Cinco mil eran españoles. Republicanos por más señas. La visita del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, ha traído a las portadas de algunos periódicos el asunto de las «dos banderas». La constitucional, la de la España de nuestros días y la que vio morir a cinco mil españoles, perdedores de la Guerra Civil que tras el exilio forzado fueron después asesinados por los nazis aliados del régimen de Franco. España está bien como está y cuantas menos vueltas le demos a la historia, mejor. Pero una cosa es no estar todos los días revisando los libros de Historia y otra es tener el corazón tan duro como para no saber reconocer el honor allí donde se da. Y honorable es, se mire por donde se mire, la memoria de los españoles que perdieron la vida en aquellas siniestras instalaciones. Hay una fotografía que recoge el momento histórico de la entrada de las tropas aliadas en el campo. Se ven ella a varios soldados americanos junto a algunos presos y al fondo, extendida sobre el muro frontal del lager de Mauthausen, hay una gran bandera española tricolor. La bandera de la Segunda República. Los republicanos españoles saludaban a las tropas liberadoras y daban fe de vida en medio de aquel universo concebido con minuciosidad burocrática para ser una máquina de muerte. ¿Se les puede negar a los supervivientes la coherencia de sus recuerdos? Quienes han criticado que el presidente Rodríguez Zapatero se haya dejado retratar junto a las «dos banderas», ¿habrán dedicado un minuto de su vida a pensar lo que fue Mauthausen? Estoy segura que aquel que haya visitado el campo y haya reflexionado sobre el siniestro papel cumplido por la llamada «escalera de la muerte», jamás tendrá una palabra contra quienes allí lucharon por sobrevivir. Y palabra de más es introducir a estas alturas de la película la insidia que supone hablar de las «dos banderas» en cualquier cosa relacionada con Mauthausen.

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