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DESDE LA CORTE

Cuando sólo se comparte el dolor

Publicado por
FERNANDO ONEGA
León

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HA TERMINADO el debate. Ha parecido largo como un día sin pan. Ayer tuvo tramos soporíferos como un discurso de Fidel Castro. Pero creo que ha sido uno de los debates más interesantes. «No ha sido uno más», dijo Pérez Rubalcaba en su mensaje de cierre. Y no lo ha sido. En el ámbito de la política española se puede hablar de un antes y un después. En el antes había unidad de los grandes partidos frente al terrorismo. En el después nos encontramos con una frase tremenda que dibuja el dramatismo de la confrontación: «Sólo compartimos con el PP mucho dolor por el terrorismo, nada más». La ruptura se produjo cuando ignoramos si será posible el final de ETA; pero también cuando, según todas las informaciones, ETA está en su momento más bajo. Es decir, que se rompe el Pacto Antiterrorista en el momento menos oportuno. Ignoro las razones profundas. Pero es un tristísimo acta de defunción. La herida que esto deja en la convivencia y en el diálogo político va mucho más allá que la lucha antiterrorista. Ahora todo será mucho más difícil: el consenso para las reformas de estatutos de autonomía y de la Constitución; la unidad frente al final de los fondos europeos; la solidez del Estado frente a los intentos secesionistas¿ ¿Qué será de todo eso? ¿Quién y cómo recompondrá las relaciones? ¿Tendrá que intervenir una vez más el Rey para que Mariano Rajoy y Rodríguez Zapatero se estrechen la mano? Después de escuchar a Pérez Rubalcaba, con sus recuerdos y sus datos de la relación de ambos partidos con el nacionalismo vasco, todo parecía irreconciliable. Mirad que el resto del debate ha ido bien. Fue templado. Las minorías han dispuesto de tiempo para exponer sus demandas. El presidente dedicó a todos una atención que los reconfortó. En su conjunto, hubo muchos testimonios de aliento para continuar por el camino emprendido. Los debates con los partidos nacionalistas han sido un prodigio de tolerancia y sosiego. Incluso el fantasma de las reformas territoriales parecía perder dramatismo, porque Zapatero quiso y supo hablar del marco constitucional. Pero el terrorismo y las diferencias sobre el terrorismo han sido las sombras que lo han oscurecido todo. Ha sido el debate donde se cometió el gran error de convertir a ETA en protagonista, justo en el momento en que ETA tiene menos protagonismo real. Con cierta tristeza en el alma, sólo se puede expresar un deseo: ojalá, tras el abandono del Partido Popular, el gobierno Zapatero no se sienta obligado a echarse más en brazos del nacionalismo. Pero el destino parece bastante escrito: los nacionalistas empujaban ayer el cambio, los escaños del Partido Popular estaban muy vacíos cuando hablaba el portavoz socialista. Es evidente: algo se ha roto. Demasiado.

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