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Publicado por
LORENZO BERNALDO DE QUIRÓS
León

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EL TRIUNFALISMO del presidente es poco prudente porque ignora las profundas corrientes desestabilizadoras que antes o después van a pasar una elevada factura en términos de producción y empleo. Bajo las aparentemente tranquilas aguas de la economía española se están acumulando graves desequilibrios, un déficit exterior histórico y una inflación incontrolada, para cuya corrección el Gobierno no está haciendo nada. Ante la parálisis gubernamental, todo depende del contexto exterior y bastará un, por otra parte, inevitable repunte de las tasas de interés que proporcionará un duro golpe al consumo y a la inversión privada con efectos muy dolorosos sobre la actividad productiva y sobre el empleo. Sin el euro esa situación ya se hubiese producido. Dentro de él, el castillo de naipes se derrumbará más tarde pero con consecuencias más duraderas. Vamos a una crisis a la portuguesa. Por otra parte es de una imprudencia temeraria pensar que la caótica dinámica autonómica y la incertidumbre sobre el modelo de Estado no tendrán impacto económico alguno. Hace sólo dos días, Solbes decía todo lo contrario y tiene razón. La quiebra de la unidad de mercado creada por marcos legales y tributarios distintos y contradictorios, la incapacidad del Estado para desempeñar una mínima coordinación económica y las crecientes dudas sobre la arquitectura territorial del país son factores decisivos para hacer de España un lugar poco atractivo tanto para localizar inversiones extranjeras como para estimular la inversión doméstica. Así pues, el Estado de la Economía es el de la calma antes de la tempestad.

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