Rajoy, tocado

LO VOCEÉ sin ronquera desde este Balcón del pueblo al concluir el mano a mano entre el presidente del Gobierno y el líder de la oposición en el debate sobre el estado de la nación. Mi posicionamiento nítido lo han avalado todas las encuestas elaboradas con posterioridad. No dejan el mínimo resquicio de duda: el ganador indiscutido fue Zapatero. Según dichos chequeos, los españoles, por absoluta mayoría, se mostraron de acuerdo con los contenidos y las formas de las intervenciones del presidente del Gobierno, mientras que a Mariano Rajoy cada vez le quedan menos partidarios. Un tercio de los votantes del PP de hace un año están en desacuerdo con los planteamientos que hizo Mariano Rajoy en el debate. Esto es, sólo convencen a menos de un 20% de la población española. Es la prueba de que el discurso del PP cada vez es más de ultraderecha y exclusivamente para la ultraderecha. Ahora se abre una posibilidad para ver si es factible adelantar el fin de la banda terrorista Eta. El PP ya ha manifestado su oposición a cualquier iniciativa en este sentido. Si el Gobierno lo está pensando en las condiciones anunciadas por el presidente, es decir, sin pagar ningún precio político por ello, será porque tiene indicios o datos que le permiten abrigar alguna esperanza sobre el deshoje del calendario etarra. Todo el mundo sabe que ETA está cada día más débil, pero no por eso deja de ser peligrosísimo cualquier zarpazo. Lo sabe mejor que nadie el ministro del Interior, José Antonio Alonso, quien ayer estaba, por cierto, en León, en su ciudad. Es tiempo de comuniones. La verdad es que hay que ser profundamente escéptico sobre conversaciones con terroristas. Pero también hay que rotundizar que si hay alguna posibilidad de adelantar el fin del terrorismo, el Gobierno tiene la obligación de intentarlo. Por una razón inequívoca: la primera obligación de todo Gobierno es trabajar por el bien común. Con Eta negociaron los Gobiernos de Adolfo Suárez y de Calvo Sotelo y consiguieron, además, el adiós a las armas de los poli-milis. Con Eta también negoció el Gobierno de Felipe González en Argel y el de Aznar en Suiza, sin demasiados resultados. Así que no se entiende por qué ahora, de repente, los populares se oponen a la iniciativa del Gobierno de Rodríguez Zapatero, salvo porque su única función sea obstruir por obstruir cualquier acción del Gobierno. Como se ha venido recordando, el PP vive un drama interno de difícil solución. No ha pasado la prueba del algodón de cualquier partido democrático, que es perder deportivamente unas elecciones. Pero es que, además, continúa instalado en la negación de la realidad. Ayer mismo, el ex presidente Aznar negó que su Gobierno hubiera negociado con ETA. Por lo visto mandó a Zarzalejos y a Pedro Arriola a Suiza para tomar un chocolate negro y comprar relojes. Claro, ya sabemos que Aznar vive desde hace tiempo instalado en la mentira compulsiva, en la que ha arrastrado a Mariano Rajoy. Después de estos días está completamente tocado como líder del PP. Cuando me dispongo a entornar los cuarterones de este balcón surge la noticia: Coalición Canaria ha destituido a los tres consejeros del PP en su Gobierno por dedicarse a entorpecer las relaciones con el Gobierno central. Malas noticias para ERC.