A PARTIR del desencuentro total, el PP insiste en su reclamación permanente de las últimas semanas, que el Gobierno proceda a ilegalizar el partido EHAK o PCTV, apoyado por Batasuna en las elecciones vascas, y que obtuvo nueve escaños. El Gobierno y el PSOE defienden, a su vez, que no hallan indicios suficientes para dar ese paso hacia la criminalización efectiva de unas siglas y de unos individuos que obtuvieron el apoyo de 150.000 ciudadanos vascos. Por su parte, el PSOE y el gobierno harán expresión clara de sus propósitos con su propuesta: pedir el apoyo al Congreso para proceder a dialogar con ETA si la banda terrorista deja las armas. De manera que nunca antes estuvieron tan alejadas las posiciones de los dos grandes partidos del parlamento: Uno quiere la ilegalización de los apadrinados por Batasuna, probables batasunos y proetarras, y el otro pretende obtener el apoyo de la Cámara legislativa para proceder a dialogar con la dirección de ese núcleo del abertzalismo radical vasco que ha originado y sigue significando el problema vasco desde hace cuarenta años. Es evidente que hay división de opiniones: ¿Seguimos por la vía de la persecución contra todo lo que pueda
a banda etarra o cambiamos el procedimiento e intentamos resolver el problema de una vez, dialogando con la propia ETA y sus secuaces batasunos?. Con toda probabilidad, el PP se verá en soledad, nuevamente, en la votación del martes, y el presidente Zapatero obtendrá autorización y respaldo para iniciar su propio experimento, ya probado con anterioridad por todos sus antecesores en la Moncloa, siempre con estrepitoso fracaso. Naturalmente, dispone Zapatero de alguna información que le permite e impulsa a probar también él, a esforzarse en conseguir lo que no lograron sus antecesores: el final del conflicto vasco y de sus principales protagonistas, los etarras. ¿Será posible? José Luis Rodríguez Zapatero no quiere perder la posibilidad que se le ofrece, y la expectación es enorme. La diferencia, esta vez, y frente a los intentos anteriores de negociación con la banda, es que el principal partido de la oposición no quiere conceder el menor margen ni la menor confianza al gobierno y a su presidente, y que al PP se suman las víctimas del terrorismo e incluso algunos núcleos del socialismo vasco que no han sido convencido de que esta vez puedan esperarse resultados mejores que en las veces anteriores que se intentó esa misma pacificación que pasa por la entrega de las armas, la tregua definitiva y la representación del abertzalismo independentista en el grupo parlamentario del PCTV-EHAK de reciente elección.