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Publicado por
CONSUELO SÁNCHEZ-VICENTE
León

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SI LOS artículos pudieran oírse, este que ahora escribo sonaría a pitos y a aplausos. La pitada que propongo, lo más larga y sonora posible, es para el líder del PSE-PSOE, Patxi López, por el inaceptable trato político y la sonrojante humillación humana a la que ha sometido a la líder del Partido Popular vasco, María San Gil, durante la entrevista que, a instancias del propio López, mantuvieron la semana pasada con motivo de la ronda de contactos del aspirante socialista a lendakari. Los aplausos, que personalmente me gustaría que desembocasen en una cerrada y prolongada ovación, son, como cualquier persona decente puede imaginar, para Fernando Savater, Rosa Díez, Maite Pagazaurtundua, Estibaliz Garmendia y el resto de los militantes y simpatizantes del PSE-PSOE que, en un gesto que les honra, han afeado públicamente al candidato López su conducta en la doliente carta abierta que remitieron a los medios de comunicación inmediatamente después de tener noticia del agravio a San Gil. Invitar a alguien a tu casa para insultarle denota, además de una pésima educación, una ínfima talla humana que, en el caso de Patxi López, corren parejas a la que, para mí, era hasta ahora la más conocida de las «virtudes públicas» de este arribista: su irrelevancia política. Los socialistas y los populares vascos comparten, además de la falta de libertad que sufren en Euskadi quienes no comulgan con el régimen nacionalista, el dolor por los muchos muertos que a ambos les ha matado ETA. Para los demócratas de este país, los militantes y los votantes vascos del PSOE y del PP son «nuestros héroes». A todos les ha ofendido doblemente Patxi López estos días. Primero al posar estúpidamente autocomplacido y sonriente con las representantes de la nueva tapadera de quienes son los asesinos de sus propios compañeros, el Partido Comunista de las Tierras Vascas, tras pedirles el voto, y la segunda vez, en la persona de la valiente y admirable líder de los populares vascos, María San Gil. Por temor a que los nuevos amigos de López la maten en presencia de sus propios hijos, María San Gil jamás se ha atrevido a llevarles al parque o al colegio, ni siquiera al autobús escolar. Hasta cuando baja la basura por la noche tienen que acompañarla sus escoltas. Como a López, por cierto... Hasta ahora, claro. ¡Secretario general del PSE-PSOE, y candidato a lendakari!, es nuestro hombre... Nunca pudo llegar el socialismo vasco a menos.