POR LA AMURA
Viciosos del voto
PARECE QUE el Parlamento Vasco no va a tener presidente hasta que el aburrimiento haga bajar la concentración y algún parlamentario se equivoque de botón al votar, porque después de más de veinte años de gobiernos holgados, el PNV ya se siente poseedor de fueros históricos y no se muestra dispuesto a cambiar a su candidato, Juan María Atutxa, por otro capaz de atraer los apoyos suficientes como para romper el empate con el socialista Miguel Buen. Pero si a ningún parlamentario se le baila el dedo de tecla, el lendakari siempre podría buscar a los misteriosos inquilinos del Ayuntamiento de León que han demostrado su habilidad para decantar votaciones difíciles, aunque no haya nada en juego. Y es que desde un puñado de direcciones IP asignadas al consistorio partieron en sólo dos días más de 700 votos para un debate de Internet en el que se pedía opinión sobre si los alcaldes y concejales estarían obligados a casar a las parejas homosexuales. El gusto por votar es amor a la democracia, pero lo de estos internautas municipales ya es vicio. Les debe pasar lo que al alcalde de Portomarín, un pueblo de Lugo que se reconstruyó por completo tras quedar anegado por un pantano. La Diputación de León organizó a mediados de los ochenta un viaje con alcaldes de la zona de Riaño para que vieran lo que les esperaba y el veterano regidor, iniciado en el anterior régimen, comentaba con los visitantes cómo le iba con el nuevo sistema político. Gobernaba con doce concejales de su grupo y uno solo de la oposición, que debía de ser guerrero, porque les dijo: «¡Qué jodido es gobernar en democracia!»