EL RINCÓN
Murallas en el mar
EL GOBIERNO tratará, por supuesto inútilmente, de blindar las fronteras a la inmigración clandestina, después de la regularización extraordinaria de los 'sin papeles'. Hasta aquí hemos llegado, pensaron, pero sigue habiendo mucha gente que quiere llegar. Van a seguir intentándolo aunque se jueguen la vida, sobre todo porque a lo que tienen en sus países de origen no se le puede llamar vida. Los controles en los aeropuertos sólo servirán para darles más trabajo a los controladores y edificar muros en el mar es más difícil todavía que ponerle puertas al campo. El hambre congénita y hereditaria hace que quienes la sufren tengan cuerpos ligeros, capaces de saltarse cualquier tapia, sobre todo si sospechan que al otro lado hay comida. El Ejecutivo intentará cubrir con el SIVE, Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, para los íntimos, todas las cosas de Andalucía, Canarias, Murcia y Alicante. En todas esas costas hay moros y gentes de otros países que aspiran a hacer dos digestiones al día y que no ignoran que ese proceso orgánico requiere el trámite anterior de haber ingerido algunos alimentos. El titular del Ministerio del Interior, señor Alonso, les va a ampliar el plazo, ya que ha anunciado que el blindaje no será total hasta 2006, cuando desembarquen los nuevos equipos fijos de vigilancia, con sus rádares chivatos. Hasta entonces seguirán desembarcando las pateras. Quiere decirse que esos turistas harapientos deben apresurarse, si es que desean disfrutar de la acreditada hospitalidad española. Que nuestra Señora del Carmen les traiga sin tempestad. Ahora que los teólogos anglicanos acaban de aceptar la devoción a la Virgen, tras 500 años de división con los católicos, conviene fiar en ella. Aunque pertenezcan a otras religiones o no pertenezcan a ninguna, deben fiarse de la Virgen y correr. Si lo dejan para más tarde se les va a poner más difícil todavía.