Diario de León

TRIBUNA

Plaza de la Inmaculada, ¿un aparcamiento necesario?

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ECOLOGISTAS EN ACCIÓN DE LA PROVINCIA DE LEÓN
León

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EN LAS CIUDADES el crecimiento del tráfico motorizado es la primera causa de contaminación atmosférica y contaminación acústica. La pérdida de calidad del aire que respiramos y el aumento del ruido, deterioran el medio ambiente y la salud pública, además, la accidentalidad que sufren en mayor medida los grupos más vulnerables -niños, ancianos y discapacitados- o las pérdidas de tiempo y dinero ocasionadas por la necesidad de desplazamiento en unas vías cada vez más congestionadas, son factores adicionales que merman sustancialmente el bienestar del conjunto de la sociedad. Según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) en las ciudades medias el coche es utilizado por una minoría que no llega al 25% -porcentaje probablemente menor en una ciudad con población envejecida como es León-. Es decir, la mayoría, peatones, usuarios del transporte público y ciclistas, sufren problemas de ruido, contaminación, peligrosidad y pérdida de espacio viario y estancial que es acaparado por el coche. Incluso el transporte público se lentifica por el uso indiscriminado que en nuestro país se hace del vehículo privado, un uso a todas luces abusivo si tenemos en cuenta que el 45% de los trayectos realizados en coche son menores de 3.000 metros (según datos del IDAE). A esta problemática local hay que añadir el daño que a escala planetaria provoca el disparado consumo de combustibles fósiles y la consiguiente emisión de gases de invernadero que son la causa del cambio climático. Sirva lo dicho para contextualizar el asunto que motiva este escrito: la intención del Ayuntamiento de León de construir un nuevo aparcamiento subterráneo en la Plaza de la Inmaculada. En primer lugar hay que decir que la dotación de plazas de aparcamiento rotatorio, en pleno centro, no mejora las condiciones del tráfico urbano sino todo lo contrario: Primero porque una mayor oferta de aparcamiento en un lugar que acumula oficinas de visita obligada (Hacienda, Delegación de Trabajo, sindicatos, Subdelegación del Gobierno, etcétera) contribuirá a la atracción de mas vehículos privados que intentarán llegar hasta ese mismo centro de servicios. Segundo porque este nuevo aparcamiento junto a los ya existentes, -San Marcelo, avenida de Ordoño II, Plaza Mayor- acabará consolidando un tráfico de elevada intensidad producido por la expectativa de encontrar plazas libres en el centro. Tercero porque buena parte del tráfico que se incrementará, en busca de aparcamiento, discurrirá por calles actualmente ya saturadas de coches (Gran Vía de San Marcos, Ordoño II, avenida de Roma, calle Ramiro Valbuena, etcétera) viales que distribuyen el tráfico del centro urbano, donde tienen su origen y destino. Cuarto porque el tráfico en busca de aparcamiento aporta muchos riesgos de generar atascos. Son vehículos que circulan despacio, que dan muchas vueltas, dudan, van parando... contribuyendo a la congestión de los viales de acceso al aparcamiento. En resumen, el proyecto será para el tráfico de León lo mismo que la gasolina para el fuego. La ciudad de León, situada en el área de influencia de la central térmica de La Robla, superó reiteradamente los niveles de contaminantes tolerados por las directrices comunitarias, sobre todo SO2, partículas y ozono -según los últimos datos de los que dispone Ecologistas en Acción (periodo 2001-2003)-. Esta realidad se ignora y oculta; quizá por eso el Ayuntamiento de León aún carece de planes para racionalizar el tráfico, de ordenanzas de prevención y control de la contaminación at mosférica, de Agenda XXI... Pues bien, antes de corregir estas carencias, el Ayuntamiento de León se obstina en mantener una política de estacionamientos que está desfasada, pues conlleva actuaciones al margen de la normativa y las estrategias que la Comisión Europea viene proponiendo a las distintas administraciones -sobre todo desde la entrada en vigor del Protocolo de Kyoto- para que intervengan de forma más restrictiva y enérgica sobre el tráfico de vehículos privados y al mismo tiempo mejoren las condiciones de movilidad en medios alternativos. Dicho de otro modo, mientras en ciudades europeas -y también españolas-, se trabaja desde hace años en la búsqueda de una movilidad sostenible, basada en el estímulo de peatones, ciclistas y transporte público, aquí se dan pasos hacia atrás: se siguen proponiendo infraestructuras faraónicas al servicio del automóvil privado, que nos alejan de conseguir una ciudad más habitable y saludable. La ciudad afrontará nuevamente, unas obras de gran complejidad técnica, que se dilatarán en el tiempo provocando innumerables molestias a vecinos, transeúntes,... y pérdidas económicas -difíciles de cuantificar-, a los establecimientos comerciales de la plaza y su entorno. Concluidas las obras, las personas que residen y trabajan en la zona se verán expuestas, previsiblemente, a mayores niveles de emisiones contaminantes: químicas (contaminación atmosférica) y físicas (ruido y vibraciones) debidas tanto al transito inducido de automóviles (consustancial a la actividad) como al funcionamiento de las propias instalaciones del aparcamiento. Además las obras acabarán, de una manera o de otra, con la vida de unos 80 plátanos. Desempolvando prácticas del urbanismo salvaje, se atentará una vez mas, contra el patrimonio natural de la ciudad eliminando parte de su arbolado. Los robustos ejemplares situados en las aceras dejaran su sitio a los ascensores, escaleras, rampas de acceso... y el centro de la plaza lo ocupará la ventilación forzada y las chimeneas de evacuación de aire viciado. El paisaje urbano de este espacio público se tornará hostil y ya no invitará ni a la estancia ni al paseo. Por otra parte, la falta de informes sobre el índice de ocupación y posible saturación de los aparcamientos que ya están funcionando, nos hace dudar de la justificación de construir uno nuevo. Pensamos que las nuevas instalaciones pudieran responder no tanto a dar cobertura a una demanda real, sino a la generación de una oferta, -muy atractiva por la cantidad de oficinas próximas- con la que satisfacer los intereses económicos de la empresa concesionaria de la explotación. Por todo lo expuesto, convencidos de la incidencia negativa que este proyecto tendrá sobre el medio ambiente y la salud pública, animamos a la reflexión individual y colectiva sobre su conveniencia. Hacemos un llamamiento a la responsabilidad de todos los concejales -los que gobiernan y los que están en la oposición - para que abandonen esta iniciativa y en su lugar acometan con urgencia la redacción de un Plan Integral de Mov ilidad Urbana.

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